La voz de los que no hablan también cuenta
Vuelve nuestro externo Santamans, hombre santo de buena fe, a hablarnos hoy del significado de una aparente minucia política. No lo tomen como mitin ni propaganda política: sería largo me lo fiáis, tarea de Sísifo. No desvelo más. Pasen y vean.
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Decía Jacques Maritain que "la tragedia de las democracias modernas es que ellas no han acertado todavía a realizar la democracia". Traigo a colación esta idea porque ando, estos días, un tanto molesto con todos aquellos que se apropian de "la representatividad nacional" que otorga el valor del resultado de las urnas, un resultado que unos y otros emplean para legitimar sus propuestas o sus disparates según como se mire, claro está. Bien es cierto que los dos principales actores de la política nacional obtuvieron el pasado 14 de marzo de 2004 más de 10,9 millones de votos los unos —los socialistas— y algo más de 9,6 millones de papeletas los otros —los populares—. A estos números se aferran ambas formaciones olvidando diariamente que el número puede crear la autoridad pero no la competencia. Pero esa es harina de otro costal porque yo quiero fijar mi atención en los otros números que encierran los comicios del 14-M.
Verán, en la última llamada a las urnas estaban convocados más de 34,5 millones de españoles. Poco más de 8,7 millones de los ciudadanos decidieron libremente no acudir a las urnas —que también es una forma de participar, no se vaya a olvidar—, más de 406.000 españoles optaron por votar en blanco —"creemos en la democracia pero no en sus representantes" viene a clamar este grito silencioso— y cerca de 262.000 votos fueron declarados nulos por los motivos que fuere. El sumatorio de estos parámetros ofrece un resultado de 9,3 millones de españoles —ni más ni menos que el 36,2% de los ciudadanos con derecho a voto— que pasan de nuestros políticos, de las formaciones que representan, de sus propuestas o de la democracia, en último extremo. Es más, si todos estos votos se hubiesen presentado el 14 de marzo bajo el paraguas de unas siglas políticas, serían la tercera fuerza más votada y hubiesen obtenido del orden de 146-147 diputados, los mismos de los que ahora goza el Partido Popular.
Y yo me pregunto ¿no es éste un colectivo lo suficientemente significativo para que nuestros políticos hagan el esfuerzo de escuchar sus peticiones? ¿no oyen los aldabonazos que llaman a la puerta de la urgente regeneración de la vida política, una regeneración que pasa inevitablemente por atender y resolver los problemas cotidianos de la ciudadanía? Porque no nos engañemos, al españolito urbano o de aldea, desde Finisterre hasta la ciudad autónoma de Melilla, se la trae al pairo el Estatut de Catalunya o la OPA de Gas Natural, por poner dos ejemplos. A nuestro españolito le motiva que le mejoren sus pensiones, el medio ambiente, su salario, el acceso a la vivienda digna, una educación y una sanidad de calidad, etc… Vamos, la receta de siempre que todos conocen pero que nadie aplica. Es tal la distancia actual que media entre la atención que marca la agenda política y los auténticos temas de interés social que Dios iba a necesitar más de siete días para construir esa carretera que uniese ambos puntos.
Pero no quiero ser alarmista. La esperanza surge desde dentro del propio sistema democrático y responde a las siglas de GPHAE —Grupo Político Honradez Absoluta España—. Aunque su participación en los comicios del 14 de marzo no fue de lo más afortunada —cuenta con el dudoso honor de haber sido el partido menos votado con tan solo 50 papeletas contabilizadas a su favor— hay que interpretarla como un primer toque de atención.
Verán, en la última llamada a las urnas estaban convocados más de 34,5 millones de españoles. Poco más de 8,7 millones de los ciudadanos decidieron libremente no acudir a las urnas —que también es una forma de participar, no se vaya a olvidar—, más de 406.000 españoles optaron por votar en blanco —"creemos en la democracia pero no en sus representantes" viene a clamar este grito silencioso— y cerca de 262.000 votos fueron declarados nulos por los motivos que fuere. El sumatorio de estos parámetros ofrece un resultado de 9,3 millones de españoles —ni más ni menos que el 36,2% de los ciudadanos con derecho a voto— que pasan de nuestros políticos, de las formaciones que representan, de sus propuestas o de la democracia, en último extremo. Es más, si todos estos votos se hubiesen presentado el 14 de marzo bajo el paraguas de unas siglas políticas, serían la tercera fuerza más votada y hubiesen obtenido del orden de 146-147 diputados, los mismos de los que ahora goza el Partido Popular.
Y yo me pregunto ¿no es éste un colectivo lo suficientemente significativo para que nuestros políticos hagan el esfuerzo de escuchar sus peticiones? ¿no oyen los aldabonazos que llaman a la puerta de la urgente regeneración de la vida política, una regeneración que pasa inevitablemente por atender y resolver los problemas cotidianos de la ciudadanía? Porque no nos engañemos, al españolito urbano o de aldea, desde Finisterre hasta la ciudad autónoma de Melilla, se la trae al pairo el Estatut de Catalunya o la OPA de Gas Natural, por poner dos ejemplos. A nuestro españolito le motiva que le mejoren sus pensiones, el medio ambiente, su salario, el acceso a la vivienda digna, una educación y una sanidad de calidad, etc… Vamos, la receta de siempre que todos conocen pero que nadie aplica. Es tal la distancia actual que media entre la atención que marca la agenda política y los auténticos temas de interés social que Dios iba a necesitar más de siete días para construir esa carretera que uniese ambos puntos.
Pero no quiero ser alarmista. La esperanza surge desde dentro del propio sistema democrático y responde a las siglas de GPHAE —Grupo Político Honradez Absoluta España—. Aunque su participación en los comicios del 14 de marzo no fue de lo más afortunada —cuenta con el dudoso honor de haber sido el partido menos votado con tan solo 50 papeletas contabilizadas a su favor— hay que interpretarla como un primer toque de atención.
(Santamans)
5 Comentarios:
Jamas un texto tan breve, reflejo la exactitud de la situación actual. Que lástima que algunos de nuestros políticos no les llegue y les haga reflexionar un poco su comportamiento actual, estoy seguro que en las próximas elecciones será la segunda fuerza más votada, la de la incredulidad ante ellos....
Fabuloso análisis.Luego habría que reflexionar o analizar a aquellos que votan que no saben lo que realmente estan votando y que al fin y al cabo deciden que mentirosos nos van a representar.
Tete, las cosas no son nunca por ellas mismas. Indudablemente necesitamos una mirada crítica para poder dar nombres, y aquí es donde algunos toman parte activa en la obra. Platón plasmó muy acertadamente 2 diferentes "mundos" y siempre recuerdo que el de las IDEAS es el que todos ambicionamos. Satisfacer a todos debe ser complicado, y como dijo Lincoln (creo) "ni mil angeles del cielo, jurasen que estaba en lo cierto, lograrian que el pueblo me creyese". La cita no es tal cual, pero resume la intención. Una actitud de Denuncia es apropiada asi que......
Felicita al pequeñin de Javi.
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