11 de junio de 2006

El tipo de derechas


Desde la transición se va labrando un perfil del individuo de derechas que confirma el retrato clásico del reaccionario, un ser reacio a los signos de la modernidad. Para comprobarlo, El País se infiltra en los autobuses que acuden a la manifestación de la AVT desde el País Vasco y Cataluña y toma el pulso a los alienados: "
Este año no he tomado cava catalán", titula uno. No declara la mujer, titula el periodista. (‘El debate por el proceso de paz’, El País, hoy) El periódico ha seleccionado las dos naciones de vanguardia que mejor pueden desmontar el arquetipo de lo carpetovetónico. Se aplica con dedicación histórica a la taxonomía del ser de derechas y encuentra un espécimen en franca regresión: “Estamos menos que la otra vez. ¿No te parece?”, declara una viajera.

Pero se detectan mutantes. La credibilidad, que no verosimilitud, de esta clasificación depende de dos tiempos de la información: esbozar el tópico como se ha hecho con el titular de la alergia política al cava para sustituirlo por una figura móvil. El periodista sabe identificar la capacidad de adaptación de este homo antecesor de derechas a los cambios sustanciales que están transformando nuestra democracia, en este caso el proceso de paz como último hito. Para ello entrevista a ocho víctimas del terrorismo, utilizando la técnica de la muestra supuestamente aleatoria para transmitir al lector la representatividad de los entrevistados. El cobijo calmante para el lector que desmonta la furia y el número de la masa se ofrece en forma de pregunta genérica e individual:
“¿Qué haría yo?” Pregunta que, al dar la voz a la ciudadanía, neutraliza la instrumentalización política de las víctimas por parte del PP. Los resultados son concluyentes sobre el triunfo de los ocho magníficos frente a los miles de la masa informe y manipulada que se manifestó ayer:

"Hablar para evitar que haya más víctimas no es bajarse los pantalones"
"Yo ya he perdonado, sin que nadie me lo pidiera"
"La manifestación me parece inoportuna"
"Morderse la lengua y perdonar para salvar vidas"
"Trabajemos discretamente por la paz"
"¿Por qué tenemos que ir detrás de ellos?" Aquí salta la disidencia a la víctima homologada, pero enseguida aclara el entrevistado en transición que “Le gustaría que en la mesa del diálogo con Batasuna se sentase un representante de las víctimas”
"Lo que toca es querer la paz, de una vez por todas y todos juntos"
Con una nota sentimental "Los políticos no entienden el miedo" pero confirmatoria: “Si ahora se puede hacer algo, que lo hagan. Que hablen con quien tengan que hablar para terminar con esto"

5 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió...

Habrá que reconocer que la derecha tampoco hace mucho por cambiar de imagen; se aferra a su viejo modo de pensar y no se adapta a estos nuevos tiempos de arenas movedizas. ¿Qué nuevas propuestas políticas ha hecho la derecha en españa en los últimos 2 años?

8:11 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Es posible que así sea, Julien, pero bastante tiene la derecha con defenderse como gato panza arriba ante los cambios diarios en la esencia de la democracia a que nos somete el gobierno.
Sin embargo, coincido en que esa defensa debería dar un paso adelante en forma de ataque con propuestas nuevas.
Saludos don Bart, Vc.

8:37 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Enrique Múgica dijo cuando mataron a su hermano -al cabo del tiempo, en frío- que no perdonaba ni olvidaba. No es venganza, es memoria.
Apoyo el comentario. Saludos, Pilar Ben.

10:11 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Campaña electoral del PSC para el referéndum del 28 de junio:

El PP usará tu no contra Cataluña.

No es ni siquiera electoral su lógica. Los expertos en sociología electoral recomiendan no citar al adversario: eso lo magnifica y lo hace más peligroso. Pero aquí se trata precisamente de esto: de hacerlo aparecer como el peligro, como el monstruo que amenaza a la madre patria, la figura demoníaca en combate contra la cual debe forjarse el ángel cuyo destino es salvar a Cataluña.

No, no es electoralista. Ni es nuevo. Carl Schmitt lo fijó como clave política del nacional-socialismo, en su manifiesto programático del año 1932. No hay más identidad nacional que la que se suelda ante la amenaza de un agresor mitológico:

“El enemigo no necesita ser moralmente malo, ni estéticamente feo… Simplemente es el otro, el extraño, y para determinar su esencia basta con que sea existencialmente distinto y extraño en un sentido particularmente intensivo”.

Hitler se limitó a aplicarlo. Dio resultado.

3:22 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

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4:52 a. m.  

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