10 de noviembre de 2006

¿Espacios de la lectura o lecturas del espacio? (I)

Inicia hoy su andadura en este blog el Sr. Verle, con una serie de tres capítulos sobre espacios y lecturas que es una propuesta de ampliación de la realidad. ¡Cómo no acogerse a tan generosa oferta suscribiendo unas acciones preferentes de atención, análisis y disensión si se tercia! Salir de estrecheces es siempre de agradecer, tanto más si ensancha nuestra hacienda mental. Da pistas claras para no perderse en tan sugerente geometría, formada por senderos de intriga cuyo recorrido no se enreda en ningún laberinto, sino en alegre excursión. Se verá como esta gente amante de la estructura le da forma curiosa y responde a una función, la de enseñar deleitando. Pasen y vean, en fila india o a tropel, que todos caben en esta serie-río:

Así como todo lo real es pensable, ¿todo lo pensable es real?, desde luego no todo lo pensado lo es. Pensamos el espacio, ¿podremos explicarnos qué es el espacio? ¿Podremos, entonces, plantearnos lecturas del espacio?

A partir de esa idea generatriz hicimos una contribución desde determinadas coordenadas, que esperamos aporte unas líneas no tangentes en algunos puntos, sino paralelas (intersecables por tanto en el infinito y delineando, según Heidegger, en tal intersección el perfil que subraya su afinidad esencial) a las presentadas en otros posts adyacentes, ‘espacios’ también para la lectura. Una lectura que ya está teniendo indefectiblemente lugar, por lo que de acuerdo con el sentido común, estaría ocupando un espacio, creando incluso su propio espacio.

Si el espacio fuese donde las cosas están y la materia de lo que están hechas las cosas, el tiempo sería en donde ocurren sus cambios. Expresado de esta manera el tiempo tendría una componente claramente espacial. En realidad es lo contrario, en la teoría física de la relatividad restringida, el tiempo era otra dimensión del espacio. Incluso en la física de ‘campos’, derivada de la teoría de la relatividad general, no sólo se confunden en un concepto espacio y tiempo, sino que se diluye la frontera entre espacio-tiempo y materia.

Algo similar nos expresa la intuición del escultor Eduardo Chillida (que ha llegado incluso a proponer en su proyecto de montaña excavada en Tindaya una ‘escultura’ sin materia) cuando escribe: “El diálogo limpio y neto que se produce entre la materia y el espacio, la maravilla de ese diálogo en el límite, creo que, en una parte importante, se debe a que el espacio, o es una materia muy rápida, o bien la materia es un espacio muy lento. ¿No será el límite una frontera, no sólo entre densidades sino también entre velocidades?”. Además, igualmente en su opúsculo Preguntas”, nos dice: “Desde el espacio con su hermano el tiempo, bajo la gravedad insistente, sintiendo la materia como un espacio más lento, me pregunto con asombro sobre lo que no sé”.

(Intervención de Chillida en la montaña Tindaya, Lanzarote: La cámara central bajo la luz de la luna)

Pero por otra parte, el espacio ha sido siempre objeto y sujeto de la arquitectura. Un contenedor que modifica el espacio donde se inserta, pero que también aprehende una parte de ese espacio, lo hace suyo y lo constituye en habitable.

Para percibir y comprender ese espacio, debemos conducir al habitar a la plenitud de su esencia y esto se lleva a cabo, de acuerdo con Heidegger, construyendo desde el habitar y pensando para el habitar. En “Construir, habitar, pensar”, Heidegger, consciente de que el lenguaje es en realidad señor del hombre y no el hombre el dueño y forjador del lenguaje”, diserta sobre la interpretación de esos términos léxicos, en alemán construir y habitar tienen la misma raíz y de ahí su interdependencia. Pero pone de manifiesto que no todas las construcciones son moradas, ya que el hombre podría ser albergado en ellas pero no las habitaría, no tendría un alojamiento habitable en ellas. Construir, para él, tiene al habitar como meta, no sólo es medio para el habitar, nos dice que el construir es en sí mismo el habitar, aclarándonos que el habitar lo concibe como la manera según la cual el hombre es en la tierra.

Despliega el construir como habitar, en el construir que cuida o cultiva y en el construir que erige o edifica, y en la búsqueda de la esencia del habitar no tiene más remedio que encontrarse con el espacio. Para él, los espacios reciben su esencia desde los lugares. Sólo aquello que en sí mismo es un lugar puede abrir un espacio. Las cosas que son lugares otorgan espacios. Un espacio es algo a lo que se ha franqueado espacio, algo dentro de una frontera, un límite. Escribe: “Espacio es esencialmente aquello a lo que se ha hecho espacio, lo que se ha dejado entrar en sus fronteras”. Y la frontera es “aquello a partir de donde algo comienza a ser lo que es”. El espacio hecho espacio implica distancia (espacio intermedio) e implica extensión (dimensiones).

Concluye Heidegger diciendo que “la esencia del construir es el erigir lugares por medio del ensamblamiento de sus espacios”. Ya que el construir, porque instala lugares, es un instituir de espacios y los espacios se abren por el hecho de que se les deja entrar en el habitar de los hombres. La esencia del construir sería el dejar habitar. “Sólo si somos capaces de habitar podemos construir”. El hombre tiene primero que aprender a habitar.¿De qué manera? En otro conocido artículo hace Heidegger uso de un verso de un poema de Hölderlin: “...poéticamente, habita el hombre...”.

© Sr. Verle

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7 Comentarios:

Blogger Bartleby escribió...

Dice usted que "La esencia del construir sería el dejar habitar. “Sólo si somos capaces de habitar podemos construir”. El hombre tiene primero que aprender a habitar.¿De qué manera? En otro conocido artículo hace Heidegger uso de un verso de un poema de Hölderlin: “...poéticamente, habita el hombre...”.

Si poéticamente habita el hombre es que lo hace como síntesis depurada del lenguaje, tal es la poesía. Se despoja de artilugios para habitar y de vestiduras para pensar. Se comprime hacia su esencia (o su resumen), pero no limita el espacio que habita.

¿Es compatible esaspecie de habitar ascético con la anarquitectura, con construcciones abiertas, espacios sin cierre? Poéticamente opino que sí.

Magnífica reflexión Sr. Verle. (Y prometedora de más) Bartleby.

6:46 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Nos ofrece el señor Verle, una reflexión que combina arte, filosofía y ciencia, para hablarnos de la nada, o de la creatividad, que viene a ser lo mismo. Ante tanto saber, tanta lucidez y generosidad, sólo cabe la emoción y dar las gracias.

Buen fin de semana.
francesca

11:22 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

A pesar de la evidente erudición que en momentos me pone en un offside vergonzante. Debo decir que es muy interesante el concepto y el punto de vista de Heidegger sobre el lenguaje. Un "algo" que es "nosequé" y entra por "nosedonde" que diría San Juán referido al amor, al amor de las letras.
Puestos a poner un defecto a esta primera intervención (la envidia es amarilla, sabemos..) es el tipo de letra. Los que tenemos mala vista se nos hace un poco complicado leer el último párrafo sin aumentarlo.
Puede que sea un face to black buscado pero ....
Gracias por el comentario y en la espera y sospecha de poder escribir algo a la altura se despide envidioso
bonhamled

7:46 a. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Bonhamled: Ya que no puedo hacer comentarios en tu blog y los correos que te envío me los devuelve tu servidor, espero veas esto y te ruego lo cuelgues tu mismo (escribo la contraseña de letras, mi nombre de usuario blogger y mi contrseña, y me lo niega sistemáticamente):

"Coincido en la sensibilidad hacia los desposeídos... incluso de sus propios recursos para salir de su situación por sí mismos.
Pero se plantea un doble problema a la hora de darles techo, comida e incluso salario social:

a) moral; a su vez doble:
a.1) si la ayuda supera a su propia capacidad para salir de su situación, se les condena a la dependencia y a la peor de las miserías: la falta de libertad;
a.2) si esa ayuda es el consuelo de nuestra conciencia.

b) de utilidad: si la ayuda implica aumentar su inutilidad, de partida grande. Por lo tanto, no sería util para el fin propuesto: beneficiarles, ya que en realidad se les perjudicaría.

Te propongo elaborar un texto conjunto sobre la ayuda / cooperación al desarrollo, dividido en dos partes, una por cada una de nuestras opiniones al respecto.
Saludos, Bartleby"

8:50 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

¡Felicidades, Sr. Verle por su estreno por triplicado, y por su innegable aportación intelectual!

Me van a permitir un añadido a sus magníficas reseñas como continuación a la frase de Heidegger. Permítanme, pues, -se lo pido también al Sr. Bartleby-, que aporte mi modesta opinión, (verán que demuestro pocos conocimientos arquitectónicos), pero obsevándolo todo desde otro punto: desde la visión literaria del tema, teniendo en cuenta que desde esta visión particular mía el espacio se llena de "vacío existencial" para esa construcción que se "nutre de habitar". ¿No será que no hay espacio sin vacío, ni construcción sin habitar que antes no fuera la nada? Parece un juego de palabras sin sentido, pero quizá le den más significado estas palabras que nos dice Hugo Mújica en una entrevista respecto de su libro "Poéticas del vacío" sobre su poesía: "Yo diría que este libro es un ensayo pensante dicho poéticamente. Creo que mis libros cada vez más rompen las fronteras de géneros".

Permítanme, que me obceque con mi visión de un espacio que se llena de vacío existencial para ser habitado, por la construcción, y "transpolado a este discursillo", por la literatura. Porque, siempre creí que "pasar de la cita al ensayo" exige una labor maravillosa pero dificultosa. Me explico: dar voz al vacío o espacio, ese mismo vacío que nos muestran todos los poetas, es el resultado del nacimiento de la literatura, que también es habitar. Recurro a la mitología. Cuando Orfeo temeroso de poder perder a Eurídice, siente ese vacío, sabe que lo tiene que llenar con el canto, y es ahí donde nace la poesía. La idea del vacío o del espacio sin ocupar como crisis antes, incluso, de hallarnos ante lo inexpugnable, es fascinante.

Por eso Hugo Mújica lo llama vacío. Mi vacío, que para el Sr. Verle es el espacio, es aquel momento de nuestras vidas donde se nos rompe ese hilo visible que nos mantiene unidos a la rutina de los días para evocarse en sí mismo con la inspiración ya a punto de parir literatura: poema, novela o ensayo.
Yo misma soy vacío hasta que escribo. Gracias a este post ahora entiendo mis vacíos y los ajenos, y Heidegger traído de manos del Sr. Verle y apostillado por Bartleby desde su portentosa mirada analítica, le ha permitido a servidora la licencia, -espero que haya aportado algo nuevo, y si no me disculpo- de salirse un poquito por la tangente. Pero, ¿de qué puede escribir mejor una escritora que de literatura? Yo, como Heidegger, cuando no sé algo sobre determinado tema prefiero callar. Por ello es que les dejo estos párrafos que intentan un nexo de unión entre dos términos que buscan el significado al inicio, al todo que no existiría sin la nada.

Felicidades de nuevo, leeré las dos partes restantes, pero creo que con estos párrafos que les dejo ya excedí la paciencia de quienes, como ustedes, saben de lo que hablan con más conocimiento de causa que servidora.

Un efusivo saludo de parte de Alicia Rosell, y avanti.

3:18 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Francesca, Alicia, son generosas para conmigo.Gracias.
Alicia, amiga, Ud. plantea un tema meditable, el espacio como experiencia. Merecería más espacio. Un saludo.

10:45 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

El generoso es usted con lo que me dice, Sr. Verle.

No lo había pensado, pero ciertamente, sin querer he planteado el espacio como experiencia. Gracias por su observación.
Un saludo y buen fin de semana,amigo.

Alicia Rosell.

8:32 p. m.  

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