1 de abril de 2007

Cambio radical

(Cang Xin: 'Identity Exchange Series')

Cambio Radical’, el programa sobre cirugía estética emitido por Antena 3 TV con gran éxito, ofrece la recuperación de relaciones reales entre sexos, más que vender sueños. Las operaciones de aumento de pecho, lifting o liposucciones permitirán al concursante adquirir un físico para ser objeto de deseo, masculino habitualmente, para “que mi pareja no me abandone”, según reza la publicidad de la emisora.

Las protestas airadas de las asociaciones conservadoras de su status a través de la promoción de la fealdad como condición igualatoria de la población no se han hecho esperar. El portavoz de la asociación de consumidores FACUA, acusa al programa de usar "la salud como espectáculo de forma irresponsable. Se están importando programas que introducen conceptos consumistas de la cirugía". (El País, 31/03/07) El Defensor del Paciente ha pedido la suspensión de Cambio Radical porque “trata de forma circense algo tan serio como la cirugía”. (Levante 01/04/07). Organizaciones de consumidores y feministas lo acusan de "frivolizar la medicina" y de “vincular la autoestima de la mujer al aspecto físico” (sic), advirtiendo además del "machismo" de la publicidad, cuando ésta utiliza frases entrecomilladas de las participantes.

España reúne en este campo dos condiciones contradictorias: es el país occidental de legislaciones más repentina y rabiosamente igualitarias, a la vez que censor de imágenes y discursos de la moda (casos Dolce Gabana y pasarelas), y el país de Europa donde más operaciones de cirugía estética se producen. La felicidad que el Estado quiere procurarnos por la primera vía, con la imposición de un sayal que desvíe el deseo de la carne al del espíritu, es buscada por el individuo por el tradicional camino de perdición: mundo, demonio y carne. No es sólo la necesidad de agradar para ser reconocido y aceptado por el prójimo, sino la pulsión de destacar frente al vecino rival del mismo sexo para existir y ser competente en el mercado de la carne y el amor. Al cobijo que supone el primer impulso se le añade la competencia del segundo para dejar de ser anónimo.

(Man Ray, 'Maniquí')
Mientras el Estado nos ofrece el cambio radical de nombre y sexo sin intervención quirúrgica –Ley de Identidad de Género - , el titular real del sexo reclama su pureza, su afirmación radical, su cópula orgullosa con el sexo contrario, aunque sea con múltiples operaciones y sacrificios físicos y económicos. Instrumentos de signo contrario para un mismo fin -las relaciones privadas con el prójimo- pero con distinta tutela, la del poder o la del sujeto.

El discurso oficial sobre cuerpo e identidad tendentes a cero es contestado por la fuerza del deseo y la necesidad de sentirse deseado. Frente a la oferta pública de un intercambio continuo de identidad que anula los sexos sumiéndolos en géneros iguales entre sí y, por tanto, indiferentes, el individuo se somete a una performance quirúrgica ansiosa de adquirir una identidad que lo reconozca como autónomo por el otro. El combate entre fuerzas tan desiguales, en favor del Estado, es compensado con creces por la superioridad del deseo biológico y afirmador frente al igualador que, además, se sabe artificial. De hecho, la ley de identidad de género permite que los transexuales puedan cambiar el nombre y sexo en el DNI sin necesidad de operarse. Sólo en el carnet de identidad y registro civil, porque su ámbito de competencia no cubre el deseo ni la identidad reforzada en pareja por más que lo pretenda.

Dos proyectos, un destino. Como predicó Malraux del arte, en su obra La voz del silencio, el objetivo de la intervención pública e indolora en estos asuntos es nuestro antidestino, privándonos de la seguridad personal y el equilibrio de relaciones que la tradición nos concedía, para llevarnos a un terreno de incertidumbre permanente en que la provisión de seguridad sea garantizada por el poder a través de la consoladora igualdad.

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10 Comentarios:

Blogger Johannes A. von Horrach escribió...

Interesante el dato sobre que España ostenta el liderato en operaciones de estética, creo que dice mucho sobre nosotros, sobre todo por el servilismo gregario que demuestra por la opinión de los demás. En general somos muy chulos de puertas afuera, pero por dentro nos roe la angustia.

Lo paradójico de estas estrategias para diferenciarse de los demás y alcanzar cierta autonomía o identidad es que acaban provocando justamente lo contrario, la indiferenciación, ya que todos los que se operan suelen hacerlo en base a criterios similares, con lo que acaban pareciéndose los unos a los otros.

Bart, ¿ha leído usted a Girard? Su tesis sobre el deseo mimético saca mucho jugo a cuestiones como esta.

saludos

1:35 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Horrach: Efectivamente, las estrategias por la autonomía o la identidad, tanto las basadas en el aspecto físico como en la pretendida originalidad de opinión, confluyen en la masa, en la indiferenciación. Pero la diferencia entre ser masa por vía pública o privada está en el anonimato, en la ambición por salir de él que consiguen los programas de TV o el reconocimiento de la pareja una vez operado y guapo el aspirante.

No he leído a Girard, por lo que agradeceré la referencia.
Saludos, B.

10:15 a. m.  
Blogger Sargento 100% Algodon escribió...

Gibson ya lo vio en Neuromante, la novela seminal del cyberpunk:

"La sonrisa del barman se ensanchó. La fealdad de Ratz era tema de leyenda. En una era de belleza asequible, la fealdad tenía algo de heráldico. "

http://www.educared.org.ar/tamtam/archivos/2007/03/25/neuromante.htm

11:16 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Bartleby, como siempre, cuelga un artículo muy acertado. Estoy de acuerdo totalmente con el texto, y añadiría que muchas de las participantes/ pacientes que se entregan a las diferentes intervenciones para lograr tan anhelados deseos de afirmación sexual, no serán felices. Me temo que acabaran donde ya deberían de haber ido hace años: en el psicólogo.

Un abrazo.

5:40 p. m.  
Blogger Albert Macià escribió...

este fenómeno social en mi opinión tiene dos principales -y no únicos- componentes: por un lado la mercantilización absoluta, la tangibilización de las emociones como elemento económico, mientras la economía se ha ido desplazando de la fabricación, luego a los servicios, hoy cada día más el conocimiento y las emociones como valor añadido con el que comercializar "intangibles", y por otro lado la obsolecencia planificada, nada dura, todo cansa, todo debe cambiarse para que nada cambie...la insaciabilidad del vacío que no se llena nunca...el "fashion" como sinónimo del "nothing"

10:41 p. m.  
Blogger av[artist] escribió...

Sólo una postilla al artículo: la "cópula orgullosa" puede ser también con el mismo sexo, no siempre con el contrario.
Más terapia, más psicólogo y menos bisturí
Saludetes

6:14 p. m.  
Blogger Daniel Vicente Carrillo escribió...

Brillante defensa, aunque también coincido con los comentarios. Permitidme un cómodo eclecticismo.

5:22 p. m.  
Blogger omar ail escribió...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

3:59 p. m.  
Blogger 5689 escribió...

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