Amor en tiempos de indiferencia.
El amor es una extravagancia, la mayor de las posibles, junto con el exilio errante, continuo, sin fin. La vacación del yo. Amar, a diferencia de querer, es un acto sin utilidad y, por tanto, exento de precio fijado por terceros y mercado que le dé objetividad. Pero que no carece de coste porque su intrínseca gratuidad, cuando es llevada al extremo -la anulación del amante en el amado- equivale a infinito (1/0) La pérdida de subjetividad absoluta que es –paradójicamente- ilusión absoluta, para cuya liberación –recuperación del yo- se exige la muerte simbólica del amado, su extrañamiento definitivo. El amor siempre tiene algo de instinto asesino, aunque sea incruento. Cuando la enajenación es excesiva el amante se revuelve contra el amado. Y, antes, cuando la entrega es total, la invasión del amado también es completa y eso es un crimen simbólico.
Amor es también dejar de deber, suspender el instinto y la obligación moral hacia el otro que definen el querer. Dice Nietzsche: “En otro tiempo el espíritu amó el "Tú debes" como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el león.”
Ilusión y capricho que son un acto de liberación de la utilidad y del miedo. Acto gratuito pero con finalidad. Porque no hay amor indeterminado, virgen de necesidad. Se ama por imperiosa necesidad de dejar de ser aislado y de dejar de ser masa. Y se ama para ser más allá de la ilusión moderna de subjetividad, del yo diferente, para ser de la única manera que se puede rozar el ser, siendo en el amado o a través del amado. Con la transición que representa amar con el amado.
Pureza es atributo que se suele exigir al amor. El amor es puro como acto de liberación del deber y de vaciado e inversión del yo, pero no lo es porque tiene precisamente esa finalidad. Para que la pureza sea cualidad y condición del amor debe entenderse como abstracción, como separación de lo real para fundar una nueva realidad en otra dimensión, no como idealización (ocultación, sublimación de lo real).
El amor es un límite cuando el amante tiende a cero y para todo amado que tienda a infinito (y viceversa) Una asíntota con su origen que nunca llega a encontrar el límite –la enajenación- para el cual surgió, pero que siempre vive en equilibrio inestable sin ley, física ni ética.
(Jacob Epstein)
El instinto sexual que une a hombre y mujer para la reproducción y crianza de la especie ha sido considerado a lo largo de la historia y desde Platón como un yugo que hipotecaba la pureza del amor. Es un concepto idealista del amor que, intentando superar su componente físico, cae en una cárcel mayor, la separación de lo real, del instinto, mediante la sublimación del sexo. A su vez, esa sublimación ha sido –y es- un medio de selección cultural de la especie para evitar la promiscuidad y la consiguiente mezcla genética y aleatoria. Sobre todo, un medio de control de la promiscuidad femenina, que es la que dificultaría la variación genética.
No hay amor sin instinto natural, sin impulso sexual previo ni sin su consumación. Sí lo hay sin fines reproductivos, pero no necesariamente es más puro (o superior) ese tipo de amor, por ejemplo el amor homosexual o el de un trío consolidado (muy significativo que siga sin reconocerse el amor fuera de la pareja) Sobre todo, ese amor no es necesariamente más libre, ya que la recaída de las parejas homosexuales en la familia (su empeño en adoptar) parece poner en cuestión lo que decía Platón, que el amor liberado de la reproducción es de rango superior. El amor es más un medio de ser en el otro a través de la enajenación, de variación y realización del ser dándose al otro, que un fin en sí mismo. Eso sí, un enajenarse con billete de vuelta cuando el emisor tiene esa capacidad (la nietzscheana del león)
El amor es liberación, pero no del instinto de reproducción ni, mucho menos, del sexual, sino de uno mismo. Descarga de esencias que largamente guardadas se pudren. El veneno consecuencia de la retención (si nombramos a esas esencias amor platónico) puede ser la ilusión de creer que se es solo. O las neurosis bien amuebladas.
El instinto sexual que une a hombre y mujer para la reproducción y crianza de la especie ha sido considerado a lo largo de la historia y desde Platón como un yugo que hipotecaba la pureza del amor. Es un concepto idealista del amor que, intentando superar su componente físico, cae en una cárcel mayor, la separación de lo real, del instinto, mediante la sublimación del sexo. A su vez, esa sublimación ha sido –y es- un medio de selección cultural de la especie para evitar la promiscuidad y la consiguiente mezcla genética y aleatoria. Sobre todo, un medio de control de la promiscuidad femenina, que es la que dificultaría la variación genética.
No hay amor sin instinto natural, sin impulso sexual previo ni sin su consumación. Sí lo hay sin fines reproductivos, pero no necesariamente es más puro (o superior) ese tipo de amor, por ejemplo el amor homosexual o el de un trío consolidado (muy significativo que siga sin reconocerse el amor fuera de la pareja) Sobre todo, ese amor no es necesariamente más libre, ya que la recaída de las parejas homosexuales en la familia (su empeño en adoptar) parece poner en cuestión lo que decía Platón, que el amor liberado de la reproducción es de rango superior. El amor es más un medio de ser en el otro a través de la enajenación, de variación y realización del ser dándose al otro, que un fin en sí mismo. Eso sí, un enajenarse con billete de vuelta cuando el emisor tiene esa capacidad (la nietzscheana del león)
El amor es liberación, pero no del instinto de reproducción ni, mucho menos, del sexual, sino de uno mismo. Descarga de esencias que largamente guardadas se pudren. El veneno consecuencia de la retención (si nombramos a esas esencias amor platónico) puede ser la ilusión de creer que se es solo. O las neurosis bien amuebladas.
15 Comentarios:
Ese torso desnudo y lleno de heridas refleja bien el camino del amor: hay muchos precios en cada herida.
La segunda imagen habla de la dependencia del sexo: el sexo determina. ¿Qué margen deja?
Saludos mixtos, no unisex, Dafnis y Cloe.
Sobre lo que dicen Dafnis y Cloe, ¿se siente igual el amor después del sexo?
¿Se siente que se ama cuando no hay sexo? ¿O se echa en falta? Pues eso.
Y el chantaje emocional en que puede consistir la relación amorosa. ¡Si lo sabré yo! El amor me suena más a estado general de gran necesidad, de aburrimiento vital del que se necesita salir, que a otra cosa.
Lolita en prácticas.
Para mí el amor es sentir que quieres a una persona sin tener demasiados motivos racionales para ello.
lolo.
Bart: Cuando aún creía en el amor, hace 10 años, leí 'Estudios sobre el amor' de Carlos Gurméndez en Anthropos. Ahora sólo sería capaz de leer el prólogo a la 1ª edición que era de Bergamín. Un saludo.
Bart, desde lo de chez Arcadi, "sensación: síntesis de una percepción confusa" (Leibniz). Hasta otro día.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
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Estimado Bartleby,
Escogiste el tema más importante del ser humano. ¿El amor auténtico, existe?, me pregunto. No entiendo el amor que da paso al asesinato de la esposa, la novia. No entiendo la vida sin amor, ni el amor sin sexo. ¿El logro del sexo puede matar el amor? Yo me atrevería a dar un sí, pero depende de cada persona.
Me identifico con las palabras de Nietzsche, y casualmente, en mis últimos post hablo del hombre león y de la sublimación del amado hasta el paroxismo, la idealización.
Podría seguir, daría para mucho...
Buena elección de tema y buenos enfoques. Para pensar. Mis puntos de vista son afines a este estupendo artículo.
Un abrazo de Alicia, querido amigo librepensante.
Ah, puse una foto de servidora, ¿la viste ya?
La autenticidad del amor está en su imperfección. Y creo que no hay amor profundo sin crimen, en el sentido de lo que digo en el texto.
Si el logro del sexo puede matar el amor (creo lo contrario), el amor depende del sexo (no creo en lo contrario). El sexo es el embajador, pero no hay rey sin embajador; se quedaría en plebeyo autista, siempre admirando, sin tocar.
(Sugerente tu foto, Alicia; sugestiva la sombra de tu ausencia, durante todo el tiempo en que no la hubo en tu blog)
saludos, Bart
Bart: Bien lo que me contesta en Arcadi de las ruinas. Ruina en latín es pérdida, o eso escribe Trías en algún sitio.
P.D.(¿Podemos ver la foto de Alicia?)
((O ya no vive aquí...o en el país de las maravillas))
Sr. Verle: puede ver la foto en el blog de Alicia 'Vivir por y para escribir' (pinchando en su nombre) Recomendable lo que allí se puede leer.
Me gustó mucho este artículo y la forma en que se refiere a una de las cosas mas dificiles de explicar, aún en tiempos así; Siempre me he cuestionado muchas cosas hacerca de las realciones humanas y creo que existe mucho más que descubrir y comentar.
Pero sin duda pienso que el amor es muy dificil.
Agradezco por esta gran muestra literaria y por palabras que ayudan a reflexionar y renuevan las ganas de disfrutar la aventura que es el amor
Pues ... antes de poder amar a alguien primero viene la simpatia/empatia y atracción física.
Para mi el amor de pareja es la certeza de que puedes pasar la vida junto a una persona, y que serás feliz con ello. Es la complicidad, la confianza, el apoyo mutuo y el compromiso que se sabe se tiene por voluntad propia y no xq firmes un papel que te oblige. Nada es perfecto en esta vida, pero valen los intentos !!
La atracción puramente fisica y el acto sexual sin sentimientos de por medio, no es amor ni sexualidad, es genitalidad e instinto primario.
Saluditos.
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