13 de octubre de 2007

Sin compromiso

Sunam, de tres años, en su fiesta de compromiso
con su primo Nieem (Foto Asociated Press).

A mediados del siglo XIX el físico francés Jean Foucault midió la velocidad de la luz con dos espejos enfrentados a 20 metros uno del otro. Un espejo estaba fijo y el otro giraba a 800 revoluciones por segundo. Se dirigía un rayo de luz hacia el espejo que giraba, y si éste se encontraba en el ángulo adecuado, el rayo se reflejaba en el espejo fijo, rebotaba hacia el otro espejo para reflejarse de nuevo en la fuente.

Así medimos a veces la luz que procede de la cultura declarada hostil por excelencia, la musulmana. Nuestro torbellino a 800 r.p.s despide vertiginosamente muchas impurezas propias hacia las tinieblas y el atraso del enemigo. Lo que fue precisión en Foucault es confusión en la cultura más evolucionada, la nuestra.

En ese juego mudo de espejos encaja el reportaje-denuncia de la doble opresión que sufre Sunam, una niña afgana de tres años ya comprometida en matrimonio: como mujer y como persona (y no es parodia de la célebre sentencia de Lola Flores). Sunam ve comprometida su futura vida afectiva y sexual –como su primo Nieem, por cierto- como aquí otros niños podrían ver comprometida su futura libertad, sus derechos e incluso su vida entera si de mayores no se integraran en el Régimen nacionalista del norte. Sunam no será libre nunca porque vive en una sociedad primitiva (por tribal) y sometida a una versión fanática de una religión. Los hijos de nuestros escoltas y disidentes, no. Sunam vive, además, en una economía de subsistencia donde su familia depende del subsidio matrimonial que recibirá de la de su futuro marido durante al menos un año. Nuestros hijos no dependen de ninguna dote económica, aunque sí han de dotar el derecho a decidir ajeno que les concierne.

“Sunam, una niña afgana de tres años, todavía no ha aprendido del todo a hablar pero ya tiene prometido. Lo ha elegido su familia y se llama, Nieem, su primo de siete años. Ambos celebraron el compromiso para casarse en cuanto Sunam cumpla 14 o 15 años, el pasado junio, en una fiesta a la que asistieron sus respectivas familias y en la que la novia lució traje blanco de boda. No se trata de un evento excepcional ya que, a pesar de los esfuerzos de las organizaciones de derechos humanos, los matrimonios concertados siguen siendo una práctica habitual en Afganistán.” (Compromiso matrimonial, El País 13/10/2007)


La belleza de la foto y de la niña y, sobre todo su libertad, merece que ésta pueda disfrutar de un futuro sin compromisos matrimoniales impuestos tan pronto. La credibilidad del reportaje y de la misma empresa de liberación también merecería que se hubiera situado a Sunam en sus justos términos globales. Porque el diario global que lo pregona (más que publicarlo) no habla de compromisos similares que aún se pactan entre nuestras familias gitanas, aunque sea a mayor edad y menor escala. Pero con la canonización racista de nuestra subvencionada etnia de bandera hemos topado. Y con la necesaria demonización del Otro, el simplificado islamismo, como chivo expiatorio de nuestras vergüenzas locales y certificado expendedor de la validez universal de nuestros juicios excluyentes.


El reportaje periodístico cumple el protocolo previsto de tolerancia hacia lo propio y maniqueísmo hacia lo ajeno. La modernidad esgrime el estigma del Otro como reverso de nuestra marca de calidad moral. El miedo al bárbaro se forja cuando hay miles de kilómetros de distancia en la denuncia.

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4 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió...

Primero dice Borges, en Otras Inquisiciones, describiendo la exótica taxonomía de "cierta enciclopedia china":

“Los animales se dividen en
a] pertenecientes al Emperador,
b] embalsamados,
c] amaestrados,
d] lechones,
e] sirenas,
f] fabulosos,
g] perros sueltos,
h] incluidos en esta clasificación,
i] que se agitan como locos,
j] innumerables,
k] dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello,
l] etcétera,
m] que acaban de romper el jarrón,
n] que de lejos parecen moscas."

Y dice Foucault, en Las palabras y las cosas: “En el asombro de esta taxonomía, lo que se ve de golpe, lo que, por medio del apólogo, se nos muestra como encanto exótico de otro pensamiento, es el límite del nuestro: la imposibilidad de pensar esto. (...) La monstruosidad que Borges hace circular por su enumeración consiste en que el espacio común del encuentro se halla él mismo en ruinas. Lo imposible no es la vecindad de las cosas, es el sitio mismo en el que podrían ser vecinas.”

¿A qué categoría pertenece Sunam?

9:43 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Santiago, es el comentario más hermoso que he leído en mucho tiempo. Esa enumeración, ya lo dice Foucault... Qué profundidad la del pensamiento de este último. Bartleby, temiendo romper el encanto y sabiendo que lo hago, en fin, he visto que me ha hecho una visita y le he contestado allá. Supongo que es una respuesta un poco convencional y superficial pero realmente no me apetece ahora indagar en esos temas. Estoy en otro momento, uno luminoso y, tal vez, poco profundo, en sentido positivo. Un saludo.

Santiago, genial.

10:28 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Catik, Bartleby, se me olvidó citar la fuente. Pinche en mi nombre y sale. No es mérito mío, sólo hice la asociación entre la incomprensión o hipocresía que denuncia Bartleby y esas dos citas. También el juego entre los dos Foucault.

3:56 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Bart: Apuntándose también a la moda del 'sin'...?
[Tal y como veo al NJ mejor es callarse. De capa caída].

Y otra vez la famosa taxonomía.

1:18 p. m.  

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