Futuro indefinido y Ficciones políticas
"Soportamos un régimen basado en la fe de que cada uno sabe lo que quiere, lo que compra, lo que vota. Esa mentira", Agustín García Calvo.
Veamos cómo le enmiendan la plana a maestro Agustín, en esta entrevista a prohombre político del momento (reseñada por Arcadi Espada en día memorable como es hoy): “Y si el Estatuto fuera un paso previo a la independencia? ‘Los partidos catalanes no la quieren’, rechaza el portavoz socialista [Rubalcaba]. ¿Y en el futuro? [Rubalcaba se encoge de hombros]: “Quién sabe lo que será Europa dentro de 30 años”.
¿Tendrá entonces Europa este aspecto que nos enseñó el viejo futurismo? ("Formas únicas de continuidad en el espacio", Boccioni)
Queda consagrado el principio filosófico de la indiferencia en la política: todo se iguala porque es aleatorio, luego todo vale igual, ergo nada vale, sobre todo dentro de 30 años. Entonces, ¿qué más da este Estatut, cualquier otro o ninguno?
La moral pura era, con Kant, única, universal e intemporal. La moral de Rubalcaba es el extremo contrario: tan efímera que no se entiende por qué negocia -y cede- en cosas tan duraderas (a 30 años vista) como una nueva estructura territorial y la liquidación oficial de vínculos históricos, culturales, sociales y personales (abreviadamente llamados España). Le gusta inaugurar el mundo a cada instante, anulando el anterior y, por tanto erigiéndose en creador. Es decir, omnipotente.
Pero sí, si que se puede saber el futuro próximo: lo está haciendo ahora. A escondidas, lo que indica que el cambio debe ser importante. Sí que importa: las élites políticas, económicas y mediáticas de Cataluña y España se juegan una década de dominio del poder mediante el truco del Estatuto. Con él sí sabemos cómo será este trozo de Europa dentro de 30 años. Y mañana. No sólo por la tendencia que define, sino por la situación que consagra. Y esas élites sí saben lo que quieren: ahora y para dentro de 30 años. Son rentistas del poder.
Pero la inmensa mayoría hace tiempo que cayó en la trampa, en la indiferencia cómplice del juego de los que sí saben, con Rubalcaba a la cabeza. Así renuncian a una de las claves de su condición de ciudadanos libres: la lucha contra el poder. Aquí estalla de pleno el recordatorio de Agustín: “Pueblo” no existe: es lo que no es Poder; gracias a eso bulle y le dice NO al Poder”
Y vuelve la frase aparentemente tranquilizadora -¡a usted que más le da el Estatuto, hombre, si dentro de 30 años no sabe dónde estará!- y justificativa de manes y desmanes: “Quién sabe lo que será Europa dentro de 30 años”. De cómo la omisión del sujeto (quién sabe) vertebra el espíritu de una ley como condicionante de la articulación de su predicado: el futuro.
Y un epílogo más sabroso, honesto y reconfortante, para ahora mismo y dentro de 30 años:
(De la entrevista a Agustín García Calvo con Manuel Cirauqui en Contrastes nº 36, Oct. – Nov. de 2004)
P. Desde hace ya más de un lustro viene usted desarrollando, en silencio mediático, una labor política de fondo, promoviendo y suscitando el debate popular todos los miércoles por la tarde en el Ateneo de Madrid. ¿Cómo ve hoy día usted, que ha sido testigo y participante de las luchas libertarias de estos últimos cuarenta años, la brecha existente entre Alta Política y política del pueblo?
R. Una advertencia elemental: “pueblo” no existe: es lo que no es Poder; gracias a eso bulle y le dice NO al Poder. La Alta Política es la sierva o ministra del Poder, una política de la Realidad, esto es, del Dinero, que es la realidad de las realidades . No es ésta una guerra nueva: es “desde siempre”, o sea, precisamente, desde el comienzo de la Historia; y las renovadas rebeliones libertarias, y sus fracasos pasajeros, son también asomos de esta guerra de cada día.
P. El afán de la Tertulia Política contra la Realidad es tal vez deshacer el límite engañoso entre vida pública y vida privada, entre ética y política. El Poder necesita hacer un esfuerzo constante para mantener en pie este sistema de divisiones. ¿Tan frágil es en verdad el Poder?
R. Separación y conjunción de “público” y “privado”, la Democracia es la forma suprema del engaño: el Orden requiere que cada uno crea en sí mismo; la idiocia de cada uno es lo que sostiene la idiocia general; y eso es lo que hace falsa cualquier pretensión de vida privada- Lo que, por bajo de eso, vive del pueblo (que no es otra cosa que la imperfección de la idiocia personal) no deja de rebelarse contra el engaño; eso lo aprendí en vivo con el pronunciamiento del estudiante del ´65 y siguientes. Y el Poder no es tan frágil; pero necesita la Fe de los individuos: esa es su debilidad: contra la Fe palabras y razón son eficaces.
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