21 de septiembre de 2006

Realidad del urbanismo contra deseo de la arquitectura.


Llevado por el soplo entusiasta y urgencia juvenil de Gengis Kant fui a ver un pequeño edificio, obra de Eduardo de Miguel, en el casco antiguo de Valencia, situado en el barrio del Carmen y destinado a viviendas de realojo. La fachada del bloque ofrece una versión moderna de la trasera típica de casa del barrio, conseguida mediante una galería abierta por planta con ventanal que la ocupa casi por entero. Su función de vivienda provisional ha influido en un cierto y rápido deterioro que le proporciona ahora un aspecto mortecino y lo ha despojado de la originalidad y luminosidad con que fue concebido. El gran logro del edificio es su solución de la esquina en la que se sitúa: la fachada-galería consigue la transición entre la plaza y el callejón estrecho y oscuro. Y lo hace con unas dimensiones de frente muy reducidas.

Cualquier juicio del estado actual del edificio y de su relación con el espacio urbano en el que se integra –plaza semiescondida, de difícil acceso, y callejón abierto- ha de tener en cuenta las serias restricciones de partida con que se encontró el arquitecto. Así se valorará mejor lo que es una muy original y conseguida solución arquitectónica con un resultado limitado -respecto a la ambición de sus objetivos iniciales- en cuanto a su aportación a la línea de edificios de la plaza e integración en su entorno urbano inmediato.

1º) Es un encargo para una función tan trituradora de la estabilidad arquitectónica como es el realojo.
2º) Construido en un solar de unas dimensiones tan reducidas que enaltecen aún más la obra.
3º) Sometido a uno de los mandamientos sagrados y erróneos del Plan RIVA (Plan de Rehabilitación Integral de la Ciudad Histórica de Valencia), en el que se integra: respetar la configuración original de las parcelas (debido, en parte, a la dificultad de comprar por falta de recursos públicos o de expropiar por problemas jurídicos de propiedad) La pequeñez de los solares limita las posibilidades de hacer viviendas más abiertas y luminosas.

El Plan RIVA se planteó, entre otros, los siguientes objetivos:
• Revitalizar el Centro Histórico: sólo parcialmente conseguido, debido a su obsesión por mantener la estructura urbana y trazado original de calles. Un trazado laberíntico de origen medieval que fue complicándose a medida que se dividían solares por herencia y se construían nuevas viviendas en parcelas residuales sin plan urbanístico que ordenara el espacio. El mayor logro fue la rehabilitación (y construcción) de edificios públicos y monumentales.
• Mantener la población que habita en el Centro Histórico y atraer nuevos habitantes: también limitado en sus resultados por no atender nuevos factores de demanda que explotan en los 80 como espacios abiertos, luminosidad, servicios y movilidad de sus habitantes.
• Ejecutar una intervención pública de calidad, que sirva de referencia a la intervención privada: esta última se retrajo por las limitaciones urbanísticas señaladas, además de problemas de seguridad y salubridad producidos por población marginal.

RIVA adoleció de una superstición extendida en los 80 y 90 en la que alguno de sus gestores incurrió: lo pequeño es hermoso (Schumacher, el lento) Todo plan urbanístico de rehabilitación de cascos históricos se enfrenta, precisamente, a la necesaria amortización de la hipoteca que supone un trazado urbano antiguo y el reducido tamaño medio de sus solares. RIVA era consciente de ello y se planteó la apertura de alguna calle ancha (avenida le llamaron) que revitalizará Velluters (la segunda zona de actuación) pero la falta de decisión y las presiones de colectivos reaccionarios y salvadores de lo marginal (y, a veces, interesados en conseguir un mayor precio de expropiación) lo hicieron imposible.

Volviendo al edificio y para entender la envergadura del proyecto y comprender su resultado, transcribo la génesis, función y limitaciones del encargo que se hizo a Eduardo de Miguel:

“(...) La actuación se ha realizado sobre dos pequeños edificios adosados en ruinas, uno de ellos situado en la esquina de la manzana y el segundo entre medianeras. La normativa exigía que se mantuviera la configuración original de las parcelas para no perder la identidad histórica de la trama urbana.
En la reducida dimensión del solar de la esquina se plantea una vivienda-estudio con un gran ventanal que relaciona el estar y la cocina con la plaza, y un pequeño hueco en el dormitorio que permite una mirada oblicua hacia la calle. En la vivienda entre medianeras, el estar y la cocina se orientan hacia el patio interior ajardinado y los dormitorios se abren a la vía pública.
Hay una búsqueda consciente de integración en el entorno a través de la utilización del muro de carga. Esta técnica tradicional exige un rigor constructivo que, entre otras cosas, limita la dimensión y cantidad de huecos; en este sentido, la expresión final del paramento pretende sintonizar con la atmósfera de la ciudad histórica. La situación singular del proyecto, transición entre la calle y la plaza, se enfatiza con la elección de un único color claro para la fachada y transforma este muro en una superficie luminosa que aclara el interior de la estrecha calle."

9 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió...

Bart: Me vengo de Montpellier y veo que Kahn se transforma en Kant (Gengis). Arrimando el agua a su molino, "lo pequeño es hermoso" de Schumacher, nosotros lo traducimos por "menos es más" de Mies van der Rohe.
La protección del parcelario catastral histórico es ciertamente no sólo un mandamiento del RIVA sino un dictum de la Ley de Patrimonio, cuyo soporte ideológico fueron las teorías urbanas progresistas de la Italia de los 70.
No obstante hay solución caso a caso, una gestión inteligente (resquicios de ley) o un proyecto inteligente (resquicios de genio).

10:55 a. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Mi corta experiencia en RIVA (vía iniciativa URBAN) me permitió comprobar que los gestores inteligentes (que los había) toparon con los limitados, además de encontrarse con directrices políticas mentalmente raquíticas, de corto vuelo y servidumbres (grupos sociales y medios)largas.
Se malgastaron energías, recursos y resquicios de genio, como el de Eduardo de Miguel.
En cuanto a la protección del parcelario catastral histórico, habría que desenmascararlo fijando una estructura o época de referencia, ya que la división sucesiva de las parcelas llevó a un minifundio de imposible gestión.
De Italia vino en esa época un barco cargado de supersticiones disfrazadas de liberación, empezando por la antipsquiatría y los desastres que produjo sobre el (ex)sistema público de salud mental.

9:21 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Tengo 62 años y he nacido y vivido toda mi vida en el barrio del Carmen. La degradación empezó en los 70 con la emigración de la gente a otros barrios. Después se fue haciendo arquitectura suelta, un edificio "singular" por aquí la galería del Carmen por allá. Pero la vida diaria de vecindad sigue degradada y el aspecto del barrio igual, por muy de moda que esté por las noches y por muchos experiemntos de arquitectura que se hagan. ¿Qué solución puede haber para un barrio tan grande y con zonas tan ruinosas?
Saludos de un vecino de los experimentos.

10:06 a. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Antonio:
Por experiencia sabe mejor que nadie que el urbanismo no resuelve todos los problemas propios de un barrio viejo, por utilizar la denominación humana frente a la institucional de "casco histórico". Aún menos los resulev cuando va cargado de un idealismo que ignora los impulsos de vida y relación de sus habitantes. Una ideología que ignora la historia y condiciones de vida de los vecinos.
Fíjese en lo que dice haber conseguido RIVA: "Resurgimiento en el Centro Histórico de actividades universitarias, profesionales, culturales y comerciales que contribuyen a devolverle su protagonismo en la sociedad civil."
Y una apostilla final: su comentario ya indica que usted era un "agente social" (tal y como los llama RIVA) con el que había que contar pero que, al no estar organizado en un grupo de presión cercano al Plan, terminó como lo que denuncia: siendo marginal.
Saludos, Bartleby.

10:24 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Hola, señor Bart.

Hace ya tiempo que sigo la estela de sus palabras, principalmente las vertidas en su blog de manera tan generosa y libremente compartida. También he leído algunos excelentes comentarios suyos en el boomeran(g),y en el blog de Espada. Hasta hoy no me he animado a escribir para darle las gracias por sus interesantes reflexiones.

Sobre el tema propuesto en su post, hay una cuestión que no deberíamos minimizar: la importancia de las tácticas a emplear para lograr influir en la creación de los espacios en los que nos movemos; creando redes, a través de las asociaciones vecinales, con el uso de la palabra.

Claro, ya sé, no es fácil sacar tiempo para tales menesteres, porque andamos bien fastidiados con las mil y una obligaciones y aficiones personales, pero... ¿Tan imposible es dedicarle unas pocas horas semanales? A ver si nos animamos y somos más participativos, pues ya sabemos que lo que no hagamos nosotros...

Un cordial saludo

9:14 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Francesca:
De acuerdo en lo de las 'redes', si existieran.
Uno de los 5 objetivos principales de RIVA era "Conseguir que en la intervención participen los distintos agentes sociales."
Se hicieron esfuerzos en esa dirección.
El problema fue que algunos "agentes sociales", en particular las asociaciones de vecinos, estaban tan politizados y mediatizados por determinados partidos que su participación añadió más leña al fuego de la ideologización del propio Plan RIVA.
No se tuvieron suficientemente en cuenta los factores de demanda de vivienda y tipo de urbanismo que quiere la gente. La rehabilitación de un casco histórico / barrio viejo no tiene por que hacerse contra pedido, pero si no ajusta a esa demanda (reorientándola, si quiere), fracasa.
Saludos y gracias por su interesante aportación, que de eso se trata, Bart.

5:02 a. m.  
Blogger Alicia Liddell escribió...

Estuve a punto de ser fulminada por un rayo cuando a finales de los 80 se me ocurrió decir ante la entonces directora general de Urbanismo que la única solución para el Carmen eran los bulldozers.

El barrio, a pesar de los esfuerzos, sigue siendo calamitoso. Sin zonas verdes, sin aceras para caminar, sin aparcamientos ... Se quedará en un reducto para lo que se da en llamar familias monoparentales. O sea, para gente sola.

12:57 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

La solución podría haber dado como resultado un barrio de putas limpio, pero nos lleva a un barrio limpio de putas.
Sin aparcamientos, aceras, comercios, niños....
Ni siquiera putas (aunque fueran de lujo).
Lugar idóneo para solitarios, que se mueren como perros.
Afortunadamente, los bomberos aparecen un tiempo después (tres meses a así), cuando los vecinos abandonar la idea de Diógenes y se dan cuenta de que llevan un tiempito oliendo (y saboreando) a cadáver.
-
Es broma comentaristas...
Es que soy futurólogo.

1:53 p. m.  
Blogger jasonbob escribió...

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