Lección de anatomía: la mano.
Varias lecturas admite el escrito del Sr. Verle. Se pueden recorrer en todas direcciones pero todas ellas caben en la mano. Es un texto portátil, una herramienta útil para conocer.
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© Sr. Verle, 2007
De varias lecturas caniculares he seguido un hilo conductor que, relacionando diversas bellas artes, se ha dirigido hacia ese órgano humano, demasiado humano. Cuando W. Benjamín escribió sobre la interrelación entre las artes expuso una metáfora provocadora, que puede con Jung ser reinterpretada, comparando el pintor con el mago y el arquitecto con el cirujano. Me temo que todos estos personajes van a aparecer, con distintos papeles, en estas impresiones.
En una conversación periodística entre la curadora Elena Ruiz y el mentalista Anthony Blake, éste planteaba respecto a la técnica que si bien estos tiempos actuales se dicen la era del silicio, ya en la edad de piedra se usaba, y bien, su mineral, el sílex. A lo que aquélla le apostillaba que eso ocurría porque entonces el alma humana estaba en la mano. Es evidente que la mano constituyó el modelo primitivo de todas las herramientas de la civilización. Con mayor profundidad Rilke ya había hecho corresponder no la técnica, sino la creación artística con el acto primigenio de poner la mano sobre la tierra y dejar alguna huella. Aparición de la grafía y sobre todo materialización del pensamiento simbólico. La mano suplanta al rostro y habla.
Pero el tacto además nos une a lo tocado. Ya hemos comentado en otros blogs la hapticidad y la conexión benjaminiana entre arquitectura y el reino de lo táctil y así, las sugestiones del arquitecto finés Pallasmaa, para el que el elemento erótico de la arquitectura está representado por el tacto que invita, nos expresaba en una entrevista, a juntarse y a ser uno con lo tocado. Por eso con la escala adecuada, se consigue el entendimiento de cómo la mano toca al edificio. Un aprendizaje con la mano.
Por el contrario, en muchas de las artes, hoy predomina lo visual, por lo que el resto de los sentidos han dejado de ser instrumentos adecuados para un cerebro que, desde el primer cuarto del siglo XX, ha acabado tal vez demasiado ardiente. Nos lo recordaba en Babelia, Calvo Serraller a propósito del pintor protagonista de un relato de Mirbeau, el cuál, antes de morir, se corta la mano con la que pintaba. ¡Qué creador necesitará sus manos en el arte conceptual!
Quizás por participar inconscientemente de esa idea, en la citada conversación entre Blake y Elena Ruiz, ésta, directora de museo actualmente, rememora lo que le sugiere haber visto en La Haya “La lección de anatomía” de Rembrandt para abundar en la reivindicación de esa parte de nuestro cuerpo. Nos recuerda que las lecciones de anatomía se hacían públicas, empezando la disección por las partes más blandas etc. Rembrandt pintó dos lecciones de anatomía, por encargo ambas, la segunda en 1656 de Ámsterdam que presenta un escorzo mantegniano y está dañada, y, la más famosa, la del doctor Nicolaes Tulp en 1632.
A ella se refiere Elena Ruiz cuando dice: «Aristóteles planteaba que la mano es donde reside el alma. Y ese cuadro empieza por la mano del doctor». Con razón citaríamos a Heidegger para el que en cada movimiento de la mano persiste un elemento de pensamiento.
Pero se equivoca, creemos, de interpretación. Si observamos el cuadro no es la mano, esa recurrente mano, su esencia, sino la vista, mal que nos pese. Lo que ven los personajes es lo que importa. Aunque recordando a Deleuze la mirada, independiente de sus funciones ópticas, también descubriría en sí misma una función de tocar que le pertenecería por entero.
No tendríamos más remedio que darle la razón a Sarah Kofman y a su lectura, “La muerte conjurada”, de esa obra maestra. En ella los doctores no observan ni la mano del doctor Tulp ni el cuerpo del presidiario ejecutado Abrian Adriaenz, los médicos que asisten a la lección de anatomía examinan el libro abierto al pié del yacente. Y el libro organiza el espacio. Rembrandt nos muestra que allí donde su vista se posa, allí está lo trascendente. Aprendiendo la lección del libro, el cuerpo de doctores está por encima del cuerpo del cadáver y por tanto por encima de la muerte.
Por eso, Derrida, en su homenaje póstumo escrito a la muerte de su amiga Sarah, pretende asemejarnos a esos médicos, como sí leyendo nosotros, los últimos escritos de la Kofman o cualesquiera otros libros, signos, nos dice entonces, sobre la sábana rígida de papel, quisiéramos como en el cuadro, olvidar, rechazar, negar o conjurar la muerte e incluso la angustia ante la muerte de un ser querido. Ésta acabaría siendo, el libro abierto que ocupa el lugar del cuerpo abierto, la verdadera lección de Rembrandt. La verdadera lección, pues, de anatomía.
Etiquetas: Sr. Verle
20 Comentarios:
[0]Sr. Verle: Por el contrario, en muchas de las artes, hoy predomina lo visual, por lo que el resto de los sentidos han dejado de ser instrumentos adecuados para un cerebro que, desde el primer cuarto del siglo XX, ha acabado tal vez demasiado ardiente. Nos lo recordaba en Babelia, Calvo Serraller a propósito del pintor protagonista de un relato de Mirbeau, el cuál, antes de morir, se corta la mano con la que pintaba. ¡Qué creador necesitará sus manos en el arte conceptual!
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Por un lado, hapticidad, plasticidad y ductilidad como propiedades no sólo del arte –condiciones de su experiencia- sino de los materiales como su vehículo, que es por donde voy.
Por otro, la vista como refugio del abandono del resto de los sentidos por parte de la sociedad moderna. Las anteriores propiedades se reducen a la plasticidad puesto que el arte se ha reducido a la estética.
Así puesta la escena del combate, conviene hablar de la decisiva influencia que el pariente pobre del arte –los materiales- ha tenido en su transformación. De la solidez, duración, significación y ductilidad (corríjame si empleo mal la palabra, Sr. Verle) de la piedra al efectismo, plasticidad y condición efímera del aire (vídeo, instalaciones, happenings). (Iba a añadir zarandajas, pero tampoco es cuestión de pasarse)
Sr. Verle, gusto en leerle de nuevo. Esto que dice: “Rilke ya había hecho corresponder no la técnica, sino la creación artística con el acto primigenio de poner la mano sobre la tierra y dejar alguna huella. Aparición de la grafía y sobre todo materialización del pensamiento simbólico. La mano suplanta al rostro y habla.” Creo entender en eso el origen del arte y ya que cita a Heidegger traigo a colación esto siguiente sobre el origen de la obra de arte:
“La pregunta por el origen de la obra de arte pregunta por la fuente de su esencia. Según la representación habitual, la obra surge a partir y por medio de la actividad del artista. Pero ¿por medio de qué y a partir de dónde es el artista aquello que es? Gracias a la obra; en efecto, decir que una obra hace al artista significa que si el artista destaca como maestro en su arte es únicamente gracias a la obra. El artista es el origen de la obra. La obra es el origen del artista. Ninguno puede ser sin el otro. Pero ninguno de los dos soporta tampoco al otro por separado. El artista y la obra son en sí mismos y recíprocamente por medio de un tercero que viene a ser lo primero, aquello de donde el artista y la obra de arte reciben sus nombres: el arte.”
*Bart: Alérgico como soy a las ciencias blandas (y vago como estoy),cada vez me horroriza más la traslación de términos científicos a su, el de ellas, vocabulario. Sobre todo porque las dotan de significado ideológico.
[No cambie tan rápido de sábana, que se nos termina el repertorio, déle más coba. O escriba algo sobre el Guggenheim]
*Santiago: Lo de Rilke se lo leí o a Trías o a Ferrán Lobo (r.i.p.) y me parece más sugerente que lo del de la Selva Negra.
Bonito juego de manos, Sr Verle. El señor Deleuze, que toca mirando, quizás lo dijo pensando en Heisenberg. Ya se sabe que un objeto cuántico no puede evitar sentirse afectado íntimamente por una mirada.
Al final las fronteras entre ver y tocar se difuminan. Y para ello hace falta que nos vayamos al microuniverso, quizás no nos tengamos ni que que mover de la silla: dónde queda en su taxonomía el cursor, sombra de la mano que toca? Y eso que hoy el cursor sigue obediente al ratón...esperen a que los accionemos por impulsos cerebrales.
(Bart, Verle, me alegra ver que esto va a toda máquina).
Jacobiano: Bien, el gato de Schrödinger es un auténtico artefacto artístico, conceptual para más señas. Un saludo.
En su comentario está condensada una entrada por escribir. Espero leerla aquí o allí. Saludos.
Jac: Estoy en el exilio. No tengo lápiz ni papel.
Sr Verle: pues qué mal sitio ha elegido para exiliarse (aunque vi el otro día un hermoso .jpg chez Arcadi que le contradice). Espero que vuelva pronto.
Jacobiano: estaba utilizando con cierta licencia la semblanza (recién en Siruela) que hizo Sebald de Robert Walser, el más solitario de los escritores solitarios, que no tenía libros ni papel para escribir y utilizaba el de segunda mano.
Jajaja! Sr Verle: como ve, no las cojo precisamente al vuelo. Relacioné su post con otros donde le veía desanimado con el NJ. Vuelvo a mis labores como colaborador (que el editor nos observa). Más saludos.
La mirada nos sitúa a cierta distancia, el tacto nos acerca a lo que hemos visto en un deseo de aprehenderlo más profundamente, de hacerlo nuestro, formar parte de nosotros. También los cuadros dan ganas de tocarlos, de acariciar ese mar pintado, como para obtener alguna cualidad más del objeto que nos atrae; de ahí las prohibiciones. Y sin embargo, creo que el mejor objeto es el que se entrega y se gasta, como los seres humanos. En el juego que presentan sobre qué desearías tener de más, en el que te dan a escoger entre varias opciones: un par de ojos en la nuca, que es el que la mayoría suele escoger, tres piernas... yo elegiría siempre dos manos de más. A veces me siento limitada sólo con dos, como si no diera abasto. Pero supongo que es sólo un simbolismo de sensación de incapacitación o de querer abarcar más. A saber. Verle, hoy me lo ha puesto difícil, hep qué. Voy a tener que recurrir de nuevo al diccionario. Su texto y los comentarios requieren una lectura más lenta. Un saludo.
Piel:Un saludo para Ud.
Quiero traer aquí a colación un fragmento de Jacques Derrida en su texto "Le sans de la coupure pure" (que se podría traducir por "El sin del corte puro" o, si un francés escuchara ese título sin verlo escrito comprendería también "El sentido del corte puro" o "La sangre del corte puro"); un texto en torno a Kant:
El hombre nunca es bello con una belleza pura pero la belleza ideal le está reservada. Aquí interviene por primera vez la interioridad absoluta y la moralidad absoluta como condiciones del ideal de lo bello: lo que absorbe o reabsorbe el sin del corte puro (le sans de la coupure pure). Si solo la forma humana tiene derecho a la belleza ideal, se debe a que expresa el adentro y que este adentro es una relación de la razón con un fin moral puro.
Saludos.
Elefante: Su cita complementa bien el texto. Gracias.
Leo con agrado, aunque unos días después, su trabajo sobre "Lección de Anatomía" de Rembrandt y la figura central de la pintura: Nicolás Tulp. Y no puedo menos que aportar mis escasos conocimientos sobre esa figura insigne del movimiento médico renovador.
Como usted bien sabe, Sr. Marqués, el referido cirujano Nicolas Pietrz Tulp ( 1593-1678), fue discípulo de Silvio, fundador de la coriente conceptual médica conocida como iatroquímica. Su libro “ Observationes medicae” ( 1641) se cuenta entre las mejores colecciones de casos clínicos con informe de autopsia de toda la centuria.
“La lección de Anatomía” de Rembrant, fechada y firmada por el artista en 1632,y ordenada pintar por el gremio de cirujanos, con objeto de recordar públicamente la lección magistral pronunciada por el doctor Tulp, primer anatomista, sobre la fisiología del brazo del cadáver de un ejecutado.
Ambos, como es sabido, eran vecinos de Amsterdam.
Tulp trató médicamente al joven médico Jakob de Bondt ( 1598-1631), que de regreso a Holanda procedente de las Indias Orientales padecía lo que los nativos conocían como beriberi o “cojera”. La descripción nosográfica del cuadro clínico, primero por De Bondt ( De medicina Indorum, 1642) y, posteriormente, por Tulp, supuso un hito importante en la descripción de esa enfermedad, y que permitió unos siglos después, en 1929, la concesión a Christian Eijkman del Premio Nobel por su “ esclarecimiento de la enfermedad del beri-beri”.
Dr.: Melancolía de Verle.
Sr. Bar Lesbi, o como se llame, es usted un atrabiliario; como supongo que no sabrá lo que quiere decir, le digo: En el libro Sobre la naturaleza del hombre, Pólibo, su autor, expone que los humores básicos son cuatro, la sangre, la flema o pituita, la bilis amarilla y la bilis negra o melancolía( mélaina kholé, atra bilis en latín). Con ello se inicia la más importante doctrina médica de la Antigüedad.
El Dr. Manolo ni quiere verle ni conocerle en su estado actual. Voces de la medicina china pretécnica, el T´ai-yi-chu Machín, le han susurrado que su deterioro psico-físico(voz nueva para usted) más que atrabiliario es fuliginoso.
"Dans la "Leçon d'anatomie", le livre de la sciencie prend la place de la Bible; à une vérité s'est substitué une autre vérité qui n'est plus seulement livresque puisqu'elle trouve sa contre-épreuve expérimentale dans l'ouverture d'un cadavre..."
Sarah Kofman, "La mort conjurée. Remarques sur la Leçon d'anatomie du Docteur Tulp", La Part de l'Oeil, nº 11, 1995)
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