20 de noviembre de 2007

Dos cúpulas romanas en tiempo de olvido

Aparece en una botella muy buscada este texto de Dragut, que ha llegado sin deriva y se muestra sin fisuras. Su mejor presentación es que se salten estas breves letras de agradecimiento y se zambullan en él hasta encontrar cúpulas y linternas que alumbran paseos secretos por Roma. Anticipo intriga sobre la cúpula de San Pedro.

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(Para los amigos levantinos de un tiempo de ilusión. Especialmente, para mi querido fenicio).

[...]
Oimè quante ferite,
Che lividor, che sangue!, oh qual ti veggio,
Formosissima donna! Io chiedo al cielo
E al mondo: dite, dite;
Chi la ridusse a tale? E questo è peggio
Che di catene a cariche ambe le bracia;
Sì che sparte le chiome e senza velo
Siede in terra negletta e sconsolata,
Nascondendo la faccia
Tra le ginocchia, e piange.
[...]

Giacomo Leopardi. I Canti, 1831.

De los muchos monumentos que hay en Roma, dos se coronan con grandes cúpulas bastante conocidas. Otras muchas no lo son tanto, cosa inmerecida. Pero esas dos representan un gran poder, sea artístico como político. Me refiero a las cúpulas del Pantheon y de San Pedro del Vaticano. La primera, un gran poder ya extinguido que, sin embargo, es la impronta de una tradición civil que estúpidamente muchos quieren masacrar. La otra, un poder aún enorme, mitigado respecto a lo que un día fuera, pero ni de suerte desdeñable.

No entraré en cuestiones ideológicas o políticas y siquiera estilísticas. Me afanaré en lo que suele ser menos conocido, en su esencia constructiva y geométrica. En el fondo, subyace una interpretación dual de la realidad que suele categorizarse en las condiciones naturales y las esenciales de un sistema. Las naturales, la geometría y las esenciales, el equilibrio. Sólo apuntar que unas sin otras no existen y que su complementariedad es la que permite la existencia física de los fenómenos naturales (1), si bien me haya ceñido en mi ejemplo a la mecánica de los sólidos. Simple querencia de hábito que espero sepan perdonar.

Lo antes mencionado de la dualidad entre geometría y equilibrio comporta que son una misma cosa. Esto es, que la geometría de algo sólo es posible si permite el equilibrio y que, a la inversa, basta que un equilibrio sea posible para que la geometría del mismo se pueda verificar en un cuerpo físico concreto. Sin recurrir a demostraciones, las leyes de la termodinámica establecen que todo sistema tiende al equilibrio en un punto de mínima energía relativa. Cuanto menor sea dicha energía, mayor es la cercanía al óptimo. Así, de cuantas soluciones existan a un sistema, el óptimo será el que suponga un menor consumo. Tómese este consumo tanto desde el punto de vista termodinámico, como financiero o material. Los óptimos naturales consumen la menor cantidad de recursos y materia posibles. Así, ceñidos a lo anterior, la mejor cúpula constructivamente será la que mejor adapte su forma -geometría- al campo de fuerzas necesario -equilibrio- para su pervivencia.

Por curioso que pueda parecer, de lo antes enunciado se deriva que Miguel Ángel era un magnífico escultor pero un pésimo constructor, mientras que el que realizó la cúpula del Pantheon, desconocido, era un constructor genial. En realidad, los tiempos manieristas del Buonarroti no dejaban demasiado espacio al rigor, mientras que la sustancia romana era la expresividad máxima del mismo. Y he dicho bien, expresividad, que no expresión. Porque, por raro que parezca, la genialidad técnica no crea nada, sino que simplemente es capaz de sacar a la luz lo que conceptualmente ya existe, pero nada más -y nada menos-(2). Digamos, por empezar por el final, que la diferencia conceptual entre una y otra cúpulas es que, en términos más o menos banales, la de San Pedro aún no se ha caído y la del Pantheon nunca se caerá. La primera es una enorme escultura, toscota ella, y la segunda la más sublime expresión de lo que es una cúpula semiesférica.

Quede claro que no voy a hacer de iconoclasta y bajar del pedestal a Miguel Ángel. Quien al ver La Pietà no desee tórridamente ser Jesucristo, o no sienta el arrebato de martillar el Moisés de San Pietro in Vincoli, no tiene alma.

De vuelta a lo primero, en su limite óptimo, una esfera tendería a acarrear los esfuerzos en una superficie esférica, cosa del todo demostrable, lo que no pienso hacer para no aburrirles. Esta exigencia se estrella de bruces con el comportamiento de los materiales pétreos, entendiéndose por ellos tanto la propia piedra -sea cual sea su aparejo-, como el ladrillo, el cemento, el mortero o el hormigón. La traba reside en que estos materiales no soportan apenas la tracción, ser sometidos a estiramiento, en términos legos. Simplemente, se parten con poquísimo esfuerzo. Como en la base de las cúpulas semiesféricas se desarrollan fuerzas de tracción -de estiramiento- en la dirección anular, si el material de constitución es pétreo, se fracturará sin remedio. Por tanto, en ambos casos, San Pedro y el Pantheon, realizadas ambas cúpulas con materiales pétreos, deberían estar fisuradas o fracturadas en dirección radial, ya que las fisuras -cosas de la condición tensorial y ortogonal de los campos de tensiones- se desarrollan en dirección perpendicular a las tracciones. Sin embargo, San Pedro tiene fisuras en las que cabe una mano, mientras que el Pantheon está incólume.

¿A que nunca pensaron que alguien les hablara de Roma haciendo referencia a la mecánica de sólidos, a las condiciones que estructuran un fenómeno natural y con un cierto aderezo de arrebato católico-lascivo? Pues sí, el delirio es libre y llega hasta ahí y más lejos aún.



El origen de San Pedro del Vaticano es incierto. Vaticano procede de vaticinium, que así se llamaba esa colina en tiempos postromanos, por alojar un cementerio donde se hacían vaticinios por parte de sacerdotes de filiación cristiana pero ligados a ritos paganos. Aquel lugar tuvo por ello concepción sagrada desde mucho antes de que se concibiera siquiera la posibilidad de crear la iglesia madre de los católicos. Tuvo muchos avatares su construcción, interviniendo Bramante, Rafael, Miguel Ángel y Maderno, para, al final, tener que ser rematada por la cúpula de Miguel Ángel. Y ahí no acabó su tragedia constructiva. Pero eso lo relataré después.


La cúpula de San Pedro se asienta sobre un tambor que, sin ser muy esbelto, tampoco es demasiado rígido. Éste descansa a su vez en cuatro arcos de medio punto sobre las cuatro pilas mayores del crucero. Pues bien, si se traza un ángulo desde la vertical que pasa por el vértice de la cúpula, donde está la linterna, de unos 30-35º hacia la base de la misma, encontraremos que no hay fisuras. Sin embargo, desde esa posición hasta el arranque, las fisuras en dirección radial -según los meridianos- aparecen sistemáticamente en toda la superficie. Desde la distancia o sin saber que existen pueden no verse, pero de cerca y sabiéndolo se ven claramente. Ya les digo, cabe una mano en cada una de ellas. Y no tiene remedio, nunca dejarán de existir.

Imagino que a alguno de los que lea esto le asaltará la duda de si, habiéndose fisurado, la cúpula ya no es tal, sino que en su base es una serie de gajos radiales inconexos, pues las fisuras han separado el continuo en partes. Efectivamente, la cúpula de San Pedro, en la mayor parte de su superficie no es una cúpula desde el punto de vista mecánico, porque se ha roto la continuidad geométrica. Acudiendo a lo dicho al principio, si ha cambiado la geometría, o ha cambiado el equilibrio o la cúpula debe caerse. Pero no se cae. De hecho, el equilibrio cambia y no colapsa porque existe un equilibrio posible para la nueva geometría, por fortuna para el Papa, que puede sentarse tranquilo bajo el baldaquino sin peligro de que se le desplome la cúpula encima (3). Esto es lo que se puede definir como la capacidad dúctil de los cuerpos. Es decir, de adaptarse, si existe posibilidad para ello, a configuraciones distintas, conservando su existencia.

Sin embargo, esto lo sabemos ahora, desde hace no más de un siglo. Pero en el siglo XVIII, la ignorancia constructiva de Miguel Ángel estuvo a punto de llevar a la hoguera al pobre Poleni. Como existía la experiencia de cientos de cúpulas de iglesias que se habían caído tras aparecer fisuras, el Papa Clemente XI creyó conveniente peritar la que le cubría en los días solemnes. Aparte de ello, habría sido un desastre de imagen para la Iglesia Católica, augurio de malos presagios, el que la cúpula de la iglesia mayor de todas -lo es también en tamaño- se viniera abajo. El tal Poleni, que era un físico y matemático prestigioso, hizo su estudio y llegó a la conclusión acertada de que la cúpula, a pesar de fisurada, era estable y segura. Vino a decir que se comportaba como una serie de arcos radiales, como gajos que se contrarrestaban unos a otros en el anillo de la linterna. Perfecto. Sin saberlo, andaba ya enunciando uno de los principios de las leyes de carga última de las estructuras. Pero los malos consejeros, es decir, los habituales consejeros de todos los poderosos, convencieron al Papa de que Poleni era un ignorante que quería dinero y abusaba de su fama sin importarle la integridad del Santo Padre ni la de la cúpula mayor de la Cristiandad. Mucho le costó al pobre hombre no acabar en las llamas. Por supuesto, no llegó jamás a cobrar su trabajo, por más que dijera la verdad y hubiera acertado plenamente.

Después de que Poleni fuera apartado del asunto, se decidió colocar cadenas de hierro circunferenciales alrededor de la hoja interna de la cúpula, para asegurar que las fisuras no progresarían y no se vendría abajo la construcción. Vano intento, porque tales cadenas no tenían ni por asomo la capacidad de contrarrestar el tirón a que se verían sometidas cuando la cúpula siguiera asentándose, y se partieron.

El que la cúpula siguiera asentándose se debe a la propiedad de fluencia de los materiales pétreos. Sin entrar en mucha hondura, se trata de que todo material pétreo tiende a una relajación, muy lenta y a tiempo infinito, que hace que se aplaste y se desparrame. El ejemplo más sencillo es un helado en fusión lentísima.

En definitiva, la construcción de Miguel Ángel ni es cúpula esférica ni es nada, sino una chapuza constructiva enorme.

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El Pantheon hoy lo conocemos como un edificio aislado, pero formaba parte de un conjunto que delimitaba el norte del centro de la Roma imperial, extendiéndose desde allí hacia las afueras el Campo de Marte, lugar sagrado destinado al culto de los muertos públicos -el Mausoleo de Trajano o el de Adriano, por ejemplo- en medio de un campo fingidamente virgen. También tenía el destino del entrenamiento de atletas y soldados. Por él entraban los emperadores victoriosos, después de haber pasado el Rubicón, dejando sus tropas en la orilla alejada de Roma. Volviendo al edificio, fue levantado en el siglo I por orden de Agrippa, centurión a las órdenes de Adriano (4).


Pudiera pensarse entonces que, siendo también de material pétreo el Pantheon y de forma esférica, debería haber corrido igual suerte que San Pedro. Sin embargo, no es así. De tamaño es sólo un metro de diámetro más pequeña que la del Vaticano. En realidad, la de San Pedro se construyó para ser más grande que la del Pantheon. Y mientras que la de San Pedro tiene dos hojas, ésta tiene sólo una, lo que la hace más pesada. Sin embargo, está del todo incólume, sin el menor asomo de fisuras.

La razón estriba en tres diferencias fundamentales. La menos relevante es que el material de que está hecha es calcestruzzo, lo que viene a ser el cal y canto patrio. En realidad, el cal y canto es cosa mediterránea. De hecho, es algo tan sencillo de hacer que el actual hormigón, salvadas las distancias en cuanto a producción industrial y fiabilidad, es lo mismo que lo que se utiliza desde siempre: una argamasa de piedras con un conglomerante de fraguado aéreo o hidráulico. El caso es que el calcestruzzo es de fluencia muy baja, mucho menor que la fábrica de ladrillo y piedra de San Pedro. Esto supone que tenderá a fluir mucho más tarde. Ya le lleva 1500 años de adelanto y no está nada aplastada respecto a lo que lo está San Pedro.

Otra diferencia es la presencia de la linterna. Ésta hace que en la forma esférica aparezcan mayores tracciones anulares y hasta una altura mayor. Así, la cúpula de San Pedro, está más fisurada de lo que le habría correspondido de no tener linterna. Pero mejor con linterna. Si no, sería un adefesio mayúsculo.

La del Pantheon, por el contrario, no tiene linterna y eso es una mejora constructiva. Pero la razón fundamental, la que Miguel Ángel desconocía, es que el sistema de equilibrio del Pantheon sí coincide con el de la forma esférica y, así, no se fisura y no muta el sistema. Es de forma perfectamente semiesférica y el tambor es masivo y tan alto como la propia cúpula, lo que supone que se inscribe la esfera completa perfectamente en el volumen capaz del edificio. Es simplemente un cilindro con una semiesfera encima. De una rotundidad canónica que hace las delicias de nuestra engañada percepción, siempre guiada por patrones gestálticos inadvertidos.

La sutil diferencia geométrica con respecto a San Pedro es una serie de gradas circunferenciales sobre el extradós de la cúpula. Son visibles desde fuera claramente, sobre todo si se llega al Pantheon por detrás, desde Largo Argentina (5). Pues bien, esas gradas exteriores no son más que un peso añadido precisamente en la zona en que, en caso de no haber existido, se habrían producido las mismas fisuras que en San Pedro, si bien en una zona menor por la ausencia de linterna. Ese peso consigue que el equilibrio de fuerzas se ciña a la esfera y que las perniciosas tracciones de la semiesfera se cambien por compresiones, que son el esfuerzo que los materiales pétreos resisten a las mil maravillas sin fisurarse. Genial, absolutamente genial. Si Miguel Ángel hubiera sabido acunar su talento sublime en el conocimiento de la construcción romana, su cúpula habría sido bien otra y, con toda seguridad, una maravilla.

Por todo lo anterior es por lo que sostengo que la cúpula de San Pedro es una cosa tosca y pobre, más encaminada a las almas decadentes e impresionables, mientras que la del Pantheon es una preciosa creación para espíritus más desnudos y sinceros.

Y no mecánica, sino de alma reventada, es la cuestión de cómo se ven una y otra cúpulas. La de San Pedro es una cúpula más y, como ella, las hay a cientos e infinitamente más hermosas por el mundo entero. Desde fuera, a lo lejos, supone un buen referente de la escenografía trasteveriana de Roma. Desde dentro es feota como ella sola. Sin embargo, el Pantheon es la maravilla que aparenta tosquedad exterior, que no es tal. Al revés, un ojo bien guiado por el corazón tiene que advertir lo magno de sus proporciones, seguro. Pero verla por dentro es rendirse ante una belleza conmovedora, ante la concepción más lograda de la representación del infinito en un espacio finito. Cuando el sol penetra por el óculo y se quiebra en los entrantes de los casetones, en una composición de curvas con rectas inigualable que crea penumbra de reflejo indirecto, se cree morir de expansión de las emociones, las más turbias y sublimes a un tiempo. Y ver llover por el óculo es saber que se puede morir de pasión por lo inalcanzable.
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Así, transido, hay que salir e irse andando al atardecer al Trastevere, por la via Garibaldi subir hasta la Fontana dell'Acqua Paola, y recorrer el Gianicolo, mirando la luz del Adriático cercano lamer de sangre triste las fachadas sobre el Tíber, anaranjar la cúpula de San Pedro y encenderse al fondo el Castel Sant'Angelo, mientras el Pantheon se oculta discreto en la sombra del monte. Unos pasos más, bajar hasta el Ponte Sisto, atravesarlo, y dejarse acuchillar el alma entre las calles romanas, herido de muerte tras ver la Tiberina languidecer sobre la corriente. Y entonces olvidar todo para siempre, morir.
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(1) Esto explica por qué los fenómenos naturales, al expresarlos en ecuaciones diferenciales, derivan siempre en formulaciones de términos pares y resultan imposibles los impares. Fortuna que permite que estas ecuaciones sean resolubles, analítica o numéricamente. Los casos más conocidos son los de la Laplaciana y la doble Laplaciana, tan usados en los modelos físico-matemáticos.
(2) Sobre esto hay unos escritos de Heidegger, densos y magníficos, en
Construir, habitar, pensar y en La pregunta por la técnica. Los recomiendo.
(3) Una broma parecida en una clase a mis alumnos de 6º de la universidad me valió la protesta de un grupo católico, que la llevaron hasta el vicerrector de no me acuerdo qué área. Suelo pisar poco esas instancias y me intereso nada por ellas. El caso fue que el vicerrector, un tipo adusto, muy convencional y en su sitio, al contarle que había hecho una broma sobre el Papa hablando de comportamiento no lineal de cúpulas de piedra, se doblaba de risa. Le pareció que, efectivamente, mis alumnos católicos no andaban muy bien de la sesera si se molestaban por eso. Acabó despidiéndome sonriente y prometiéndome rezar por mí el domingo siguiente en misa. Ni me acuerdo de su nombre. Dios me castigará desplomándome alguna cúpula encima, seguro.
(4) De Adriano se conserva la
Villa Adriana, en Tivoli, muy cerca de Roma, una construcción sublime. Sólo cabe llorar de emoción al visitarla.
(5) En el corto recorrido entre
Largo Argentina y el Pantheon, queda sobre la derecha una pequeña plaza, en cuyo centro se dispone una de las más hermosas y sorprendentes esculturas de Bernini, representando un elefante que porta un obelisco encima. Es del todo fascinante. También por lo pequeña que es. Resulta irónica, mágica y tierna.

(Escrito por Dragut)

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21 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió...

Ciertamente Miguel Angel no tuvo al hacer su cúpula ningún deseo de alarde estructural, ambas cúpulas responden al motivo de su concepción, que en el caso del Panteón es crear el espacio más sugestivo de toda la historia de la arquitectura, mientras en el Vaticano se trataba de superar en tamaño el precedente, como ya había hecho Bruneleschi en Florencia, y a la vez ofrecer un hito en el skyline de la Urbs. La cúpula de Miguel ángel tiene que entenderse masivamente desde el exterior, mientras el Panteón recrea ese espacio minimalista contenedor de la esfera. Es curioso que conceptualmente sus estructuras funcionen a la inversa.

1:11 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Dragut: Sé que no hay provocación gratuita en su afirmación de que “la construcción de Miguel Ángel ni es cúpula esférica ni es nada, sino una chapuza constructiva enorme”, pero bien sabe lo que dice el mito vigente: “La obra cumbre de Miguel Ángel como arquitecto fue la Basílica de San Pedro, su cúpula
se convirtió en modelo y paradigma para todo el mundo occidental.” A crédulos en paradigmas voy.

Si la técnica, aunque sea genial, no determina la creación, la solidez, resistencia y duración de un edificio o de una construcción tampoco son títulos suficientes para fabricar los dichosos paradigmas. No digamos ya su función. Y aquí enlazo con su citado Heidegger “Construir, habitar, pensar”. El habitar tampoco define por sí solo el construir ni el juicio estético y urbanístico que una sociedad hace del edificio. Pero la torsión semántica que el lenguaje experimenta al cabo del tiempo respecto al significado originario de conceptos, funciones y objetos se vuelve como un boomerang contra la continuidad y coherencia del discurso:

“Pero si escuchamos lo que el lenguaje dice en la palabra construir, oiremos tres cosas:
1.° Construir es propiamente habitar.
2.° El habitar es la manera como los mortales son en la tierra.
3.° El construir como habitar se despliega en el construir que cuida, es decir, que cuida el crecimiento... y en el construir que levanta edificios.” (Heidegger, “Construir, habitar, pensar”.

En esos agujeros negros que el lenguaje va dejando y que los paradigmas sociales intentan cubrir en vano con mitos para tapar las grietas, la técnica, la historia y el anonimato del constructor otorgan a la cúpula del Pantheon la exactitud (no perfección, no es necesaria) y belleza de lo que se muestra sin discurso.

1:17 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Transido he quedado, Dragut, al acabar de leer tu óptimo artículo. Me ha recordado aquel dibujo de servilleta mediante el cual explicabas la estructura del puente de mayor resistencia -en inolvidable velada y compañía- y hecho pensar en el orden geométrico: económico, ético y bello.

Como a estas alturas del camin ya he aprendido a pedir, pido más: escribe otro y luego otro... (así no tendré que repasar aquel blog cancelado)

Y para tí, en vivo, desde la Arena de Verona:

Artista: Paolo Conte
Álbum: Live Arena Di Verona
Título: Cuanta Pasión

Ma sì, sarà il carattere
o la malinconia
che sta dietro al carattere
come una gelosia
sarà il pensiero vergine
che ha la fantasia
vissuta dal carattere
come la frenesia

Cuanta pasiòn en la vida
cuanta pasiòn
es una historia infinita
cuanta pasiòn
una illusiòn temeraria
un indiscreto final
ay, que pasiòn visionaria
y teatral!

Le vigne stanno immobili
nel vento forsennato
il luogo sembra arido
e a gerbido lasciato
ma il vino spara fulmini
e barbariche orazioni
che fan sentire il gusto
delle alte perfezioni

Cuanta pasiòn en la vida
cuanta pasiòn
es una historia infinita
cuanta pasiòn
una illusiòn temeraria
un indiscreto final
ay, que vision pasionaria
trascendental!

Più son pallide e languide
le donne nell' andare
e meglio sanno esprimere
il morbido sbandare
che arriva dai vulcani antichi
e dalle onde del mare
che sulle terre tiepide
si sporgono a danzare

Cuanta pasiòn en la vida
cuanta pasiòn
es una historia infinita
cuanta pasiòn
una illusiòn temeraria
un indiscreto final
ay, que pasiòn visionaria
y teatral!

Le musiche difficili
son spiriti dannati
che dal naufragio invocano
interpreti spietati
ma, dato che contengono
occulte persuasioni,
ti strappano anche l' anima
insieme ai pantaloni

Cuanta pasiòn en la vida
cuanta pasiòn
es una historia infinita
cuanta pasiòn
una illusiòn temeraria
un indiscreto final
ay, que vision pasionaria
trascendental!


Un abrazo

montano

1:42 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

+Bart: Ahora (hoy) que vamos a deconstruir por ley el panteón del imnonbrable, nos asoma (hoy precisamente) cual Lázaro el señor Dragut, hablándonos del panteón del 'rey de Italia' y del panteón del 'rey de Roma'.
+Dragut: Claro, pero su discurso juega con ventaja, ¿por qué no me compara términos 'ingenierilmente' semejantes, p.e. con la cúpula del Duomo de Florencia?
Deje a Heidegger, al que ya hemos dado mucha coba, y traiga a Tafuri.
Su texto apodíctico, no obstante.

1:56 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Dragut: algunas aclaraciones a su trabajo vistas en
G. Giovannoni. La tecnica della costruzione presso i romani. Ed. Anastatica. Roma 1925. (Reeditado por Bardi Ed. En Roma 1972).
G. Ruggieri.El panteón. Ed. Museum. Roma 1992.
J.-P. Adam. La construcción romana. Ed. de los oficios. León 1996.

6:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Realmente señor corsario Dragut/Bartleby creo que entráis a saco en Internet, y a copiar y a pegar.
De todas formas, Caballero Pirata, y en tanto en cuanto el artículo está dedicado a los amigos levantinos, mejor hubiera estado levantiscos, observará, sentado en su proa, que el buey heráldico del artesonado de Santa María la Mayor da mugidos al leer tanta barbaridad.

Si Moby Dick se entera se traga Cullera.

7:42 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Dragut: le dejo aquí recado constructivo y acopio de materiales del Crítico Constante, escrito en el NJ del día:

"Bart, muy impresionado por ese texto de su blog que firma Dragut, que supongo se trata de un arquitecto que no es un desconocido. Tiene razón en su planteamiento. Añado que la materia volcánica tiene algo que ver en la estabilidad por doble motivo: por la escoria de bajo peso que sustituye a la piedra en el último tercio, aligerando el peso, y a la puzzolana o tierra de Pozzuoli, en las faldas del Vesubio, que es un magnífico aditivo de la cal a la hora de hacer hormigones y acelerar su fraguado.
Una reciente investigación puso de manifiesto que, en lo que podríamos llamar el cuerpo medio de la cúpula, hay cavidades ocultas que funcionan como arcos de descarga.
Estoy plenamente de acuerdo con Dragut, el Panteón no es sólo un monumento de gran influencia sobre toda la arquitectura de Occidente, sino que constructivamente es un prodigio."

Sr. Verle y Dragut: sus siempre seguras referencias, libros y enlaces, van en italiano, que ya es de nota dominar esa lengua.

8:49 p. m.  
Blogger Joan Torres escribió...

Soberbio artículo.

Sólo una aclaración para un profano: según tengo entendido las gotas de lluvia no entran en el interior de la cúpula, a pesar de la existencia del óculo. ¿Podría aclararnos si es cierto y a qué es debido?

10:14 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Aliquem de sanitate ac mente deturbo, pro deum inmortalium!Ab diis pacem ac veniam petere et hostes de iugis fuduntur in saeculorum reliquorum iudicium.
Phanteon eminens, consilli nostri nobis paenitendum non putarem.

Per deos obsecro, et spem habere de aliquo mente comprehendere splendor et bonae artes animi et corporis.
Gratias agere.

11:52 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Bart: dígale al Crítico que efectivamente podrían distinguirse hasta cinco diferentes técnicas constructivas con diferentes materiales de abajo a arriba en la ejecución del Panteón y que , más que escoria, se usó lava. Pero en relación con el tema de las cavidades ocultas y los arcos de descarga, parece que fue una invención, en su día, del ínclito G. B. Piranesi. Hoy creo que las últimas investigaciones han desechado esa hipótesis.

9:55 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Estimados Señores:

Aquí mi menda anda un tanto atareado y, leídos los comentarios, procederé a contestarles en cuanto tenga un poco de plácida calma. Entretanto, gracias por la lectura y un puñadillo de saludos.

1:44 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Sr. Anónimo:

Evidentemente, Miguel Ángel no necesita de alardes estructurales para ser una punta de estrella, ni yo digo tal cosa. Más aún, equivoca usted el término, que nada de alardes hace falta para consumar la belleza. Si le vale de algo, sin recordar literalmente la frase, todo lo bello ha de estar hecho con tal grado de esfuerzo y sufrimiento que su resultado parezca sencillo, evidente. Lo dijo Miguel Ángel.

Tampoco el espíritu romano pretendía bellezas insustanciales, por lo que discrepo de su concepción del Pantheon. Lo romano es la esencia de las cosas, de que lo bello lo sea simplemente por la depuración máxima inadvertida, por no pretender la belleza, lo que suele resultar en el adorno, el estado ínfimo del arte.

Y, ¿qué quiere que le diga?, pero he acostumbrado mi torturada mente a ver como los ciegos, a comprender liberándome del engaño de la apariencia. Casi le diría que siento el peso del Pantheon al verlo, tanto como arrebato emocional me supone ver el óculo vespertino sobre sí mismo.

Precisamente, al decir usted que San Pedro debe entenderse masivamente desde el exterior, me da la razón en mi argumento: es una escultura. Y, lo siento mucho, tosca, muy tosca. Sin el basamento de la propia basílica, la suave pendiente que la aloja un tanto profunda hacia el río y su tamaño, siquiera sería digna de ser recordada como entre las cúpulas más hermosas del mundo.

Y el Duomo de Florencia es otro cantar bien distinto, que daría para otro tanto que este escrito. Sin pensarlo demasiado, casi le diría que la cúpula de Brunelleschi acompasa el rigor constructivo -absolutamente genial- con la rotundidad maciza de lo que representa como volumen. Ante esa cúpula, me inclino y me dejo asesinar gustosamente.

Agradecido de que haya leído mi escrito, le remito un sólido saludo.

_________________

Querido Bart:

No es gratuito decir lo que he dicho, como dice con acierto. Bien me conoce y bien sabe de mi verbo eyaculatorio y abrupto. Pero no hay mitos que mantener, que sobre ellos ya se han confundido muchas almas, se ha arrasado países enteros y se ha degenerado sociedades completas. Hablar de la desnudez del rey es necesario, lo que no quita al rey de rey, ni hace más aguda la vista del que dice lo que ve, o mejor, dice lo que entiende a partir de lo que ve, que es la pulpa del pensamiento. ¡Cuántos paradigmas son pura filfa alimentada por la inercia seguidista!

La torsión semántica, bonita expresión, muy cuadrada y rotunda. Torsión, retorsión y hasta extorsión. Las palabras crean, amigo Bart, y en la torsión semántica se retuerce la conciencia y, así, grandes fingidores inconscientes -histeria lo llaman los psiquiatras- abundan en palabras públicas de buen cuño y no aciertan a sentir, a tener aprehendida, siquiera una brizna de su significado, obrando con cálculo y miseria, pero a hurtadillas, para poder prolongar la ficción. ¿Le suena de algo?

Un placer y un honor haber posado mis letras en su cuaderno.

_____________________

Querido amigo Montano:

Sorprendido ando de que se acuerde de mí. Aquel día pensé haber sido un tostonazo inmenso para usted. Quizá por eso me recuerde, aparte de por el dibujín servilletero. Me alegro de que le haya gustado mi palabreo. Pero no pida mucho, que ando con la producción malamente. Puedo hacer como usted y escudarme en Kirkegaard para repetir obstinadamente que no tengo nada que decir. No lo tome a mal, que me hizo gracia y me pareció divertida su coartada.

Y ya que de Paolo Conte hablamos, remojemos el recuerdo en unos versos suyos que parecen de tintorro, alcohol fino y contundente sin embargo, adulterado en traducción libre:

Colleghi trascurati

Puede ser que a esta hora
los amigos ya olvidados
encerrados en el baño
estén poniéndose guapos, ¡qué locura!,
ay, delirio desleído de nostalgia.

Me enfrentaré a la más melancólica seda,
con las más alegres manos que tenga,
para contarle a quien lo sabe
lo que es simplemente normalidad.

Pero si sucede, quién sabe,
¡si me tocase un poco
de juerga también a mí!

Y ellos escuchan, quién sabe
si me río y si
comprenden el porqué.
Fuegos ambulantes
sofríen música...

Muñeca envuelta en el tul
ya abandonada de tantos bellos sueños,
la música débil que aventa
detrás de una puerta cerrada,
ah,¡me siento enmohecer de magia!

Pero puede ser que ya
estemos fuera de hora, pero
un baño de pies os daré
con un buen talco de millonario.

Pero si sucede, quién sabe,
si me llegase un poco
de clase también a mí
con un buen talco de millonario...


Un abrazo, gentil Montano.

_________________________

Estimado Sr. Verle:

Nada, no juego con ventaja, en absoluto. Si he de comparar el Duomo de Florencia con cualquiera de las otras dos, sería un poco absurdo. Santa Maria dei Fiori es una cúpula hexagonal en que cada paño trabaja como un sector de lámina cilíndrica que descarga sobre las nervaduras meridianas. Por tanto, no es una cúpula en términos estrictos, sino un sistema de membranas por intersección que funciona de distinta manera. Es de la familia, pero prima lejana en lo estructural. Eso sí, de una genialidad pasmosa el aparejo de la hoja interior pensado por Brunelleschi.

En cuanto a los textos que me cita, conozco los dos primeros, pero no el segundo. De dónde más aprendí fue de los largos paseos melancólico-ansiosos por las ruinas de Roma y de otros sitios, mirando, observando y dejando que el conocimiento teórico se traspasase a la vista y se resumiese todo en un único denso, que aún me dura.

Tiene razón en cuanto a la interpretación de Piranesi acerca de los supuestos arcos de descarga interiores. Es una fabulación romántica. Si lo hubiesen construido como el Crítico Constante dice que ha leído, hoy estaría en el suelo la cúpula del Pantheon. Más probable es que sea maciza con los aligeramientos de los casetones, sin más. Por cercanía, sea de procedimiento como de edad y de lugar, la basílica de Magencio se puede ver cortada y hasta pedazos caídos en el suelo. Se ve que es del todo maciza de calcestruzzo, sin asomo de arcos interiores ni nada parecido. Me inclino, por tanto, por que la cúpula del Pantheon es maciza. A mi favor está que esas formas, al levantarse por tongadas, son autoestables en todas sus fases, sin necesidad de más que un encofrado en cada tramo para contener la argamasa líquida, y no la construcción inacabada como sólido inestable.

Respecto a la puzolana, también el CC tiene un poco de lío, porque una cosa es la ceniza volcánica como estabilizante de fraguado y ductilizador de la masa y otra el aligeramiento mendiante el uso de árido volcánico. Éste, al estar lleno de burbujas, es más ligero. Si alguien quiere ver una maravilla construida con hormigón de lava volcánica, que vaya a Torre del Greco, cerca de Nápoles, donde Göethe paseó sus carnes, y vaya a ver las bodegas que hay, algunas convertidas en restaurantes. Son las que se llaman de lapillo.

Espero que le haya gustado mi disertación, Sr. Verle. Un saludo.

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Estimado D. neo-pedrin:

Pudiera bien ser que lo que he escrito le parezca una bazofia, pero le aseguro que nada hay de copioypego de internet. Le reto a que me demuestre que una sola frase de mi discurso se ha sacado de la chingadera electrónica. Y barbaridades, ¿por qué?, dígame. Si lo son mis afirmaciones y opiniones, lo serán por algo, imagino. Por tanto, diga, diga, que tendré a bien responderle, para que el buey de Santa María pueda volver al reposo.

De su texto en latín, no digo ni media, porque no conozco la docta lengua como para entender a fundamento lo que significa.

Hala, a seguir bien.

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Estimado Sr. Escéptico:

No es cierto que no llueve dentro. Llueve, y tanto. Lo que sucede es que, al estar la atmósfera interior en calma, tiende a caer dentro muy vertical. La suave pendiente de desagüe del suelo permite que toda el agua vaya a un sumidero discreto. Pero vaya a ver llover dentro del Pantheon, vaya. No querrá ver nada más en su vida.

Me alegro de que le gustara mi textillo. Un saludo.

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Por último, querido Bart, agradecido de haberme prestado el cuaderno y los amigos, salude al Crítico Constante de mi parte y prometo volver a emborronarle alguna hoja de vez en cuando. Entretanto, un abrazo.

11:52 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Dragut: Ha sido un placer de ésos en que pocas veces se puede decir que haya sido un placer. Esta sencilla y casi clandestina casa está a su disposición. Hasta el próximo placer, sin obligaciones ni prisas, para que siga siéndolo.

10:49 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Dragut: Claro que he disfrutado con su disertación. Y me ha entendido bien la comparación de ingenios. Veo la mucha coincidencia (por las pocas objeciones) estético-constructiva que tenemos (además de otras que el malandrín de Bart me ha puesto de manifiesto). Siempre será un placer leerle aquí o donde guste. Gracias Dragut.

8:27 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Caro Signor Verle:

Vedo che fa cenno di certe similitudini che fra Lei e me ci siano. Come risultato di quanto qui letto, penso faccia riferimento alla più che splendida lingua del Dante. Caso mai così fosse, altre parole di essa Le rivolgo con piacere, buttate in aria da Paolo Conte, che fa così tanto piacere all'amico Montano:

"Ho ballato di tutto, lo sai,
sui sentieri dei gramofoni, sai.

Ho ballato un po' con tutti, lo sai,
gente nuova e gente vecchia, lo sai.

Mai nessuno che abbia amato, lo sai,
i miei piedi mai nessuno, lo sai.

Vedi, il cuore e i piedi, proprio così,
sono i primi che si stancano, sì.

Una donna calda, sono così,
come si usa dire, sono così.

Che trascina a largo senza pietà
chi non sa nuotare e mai imparerà."

Sono parole per i tempi dell'obblio. Le porgo distinti saluti.

7:49 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Bona nit Bart i resta de comentaristes.

El text del senyor Dragut és molt coherent. I amb això vull dir que mostra i amaga allò que l'hi interessa per a arredonir el seu discurs. Estic preparant una rèplica en base al bell apunt, en termes estucturals i d'història, d'ambdues cúpules. El seu escrit serà la matriu, i jo aniré fent les addendes al respecte. Sense anar més lluny: Miquel Àngel mai no construí Sant Pere de Roma, doncs morí molt abans. En quant a Polini faré una petita ressenya amb els seu paradigmàtic afer. No tant des de la vessant inquisitorial eclessiàstica com en la de l'enginyeria. Sempre que apreix un clivell, esquerda, etc. tothom demana d'arreglar-la. I de vegades no hi cal. I s'arregla de manera potent, per a justificar la intervenció.

Ja intentaré de publicar la resposta, amb ànim d'escatir la realitat. Altrament, torne a dir, el text bellíssim, les explicacions estructurals i constructives, si més no, matisables; com vull fer aportant- les de manera no dialèctico-bel·licosa; ans el contari, d'índole amical.

Cordialment a tothom.

9:03 p. m.  
Blogger Ana escribió...

Un buen amigo me recomendó leer este post (textillo? ya quisiera yo escribir textillos de éstos, oiga!).

Me lo recomendó porque sabe que visitaré Roma en menos de cuarenta y ocho horas. Mi primera visita a Roma, preparada y esperada desde hace... veinte años? sí, aproximadamente.

Me llevo su textillo impreso para comprobar que cabe una mano en las fisuras de la cúpula de San Pedro.
He disfrutado como una enana leyéndole, y eso hay que agradecerlo.
Así que gracias :)
Chi vediamo. Bacio.

11:01 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Árbol: No se pierda la Galería Borghese (sólo se puede visitar previa reserva por internet), el autorretrato de Caravaggio y la exposición de los retratos de Bernini . Ni el Pantheon a primera hora, con la mínima muchedumbre posible.

12:12 a. m.  
Blogger Ana escribió...

Ví a Caravaggio aquí, fue él quien vino a visitarme :)

De lo otro, descuide. Si no lo veo, no vuelvo.
Gracias de nuevo, creo que ahora tengo asegurado el Stendhal.

12:45 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Dragut:
Desde el Pincio sin la cúpula de Miguel Angel, Roma no sería Roma.
En cuanto al Pantheon, ha perdido muchísimo con la última restauración que ha dejado la cúpula limpia como una patena, color enfoscado reciente: Parece una recreación de si mismo en Wisconsin.
Hay otra cúpula en Roma, seguramente sin interés estructural alguno, cuya visita indispensable recomiendo al viajero, Sant Ivo alla Sapienza.

11:14 p. m.  
Blogger Dragut escribió...

Sr. Anónimo último:

Yerra, mil veces yerra, ¡por Dios! ¡Sacrilegio, sacrilegio, enciendan la hoguera!

Efectivamente, desde el Pincio, Roma sin San Pedro no sería Roma. ¡Eso es lo que digo yo, exactamente! Es una escultura de la composición trasteveriana de Roma. Y si han prostituido el Pantheon relamiéndolo, no he tenido la desgracia de verlo así. De todos modos, tenemos mal acostumbrado el entendimiento a asociar los edificios antiguos con un aspecto -o unas texturas- algo baqueteadas, pero es decadencia romántica de nuestra percepción. Las construcciones siempre se hicieron con finitura delicada y, una vez restauradas, suelen decepcionar nuestro imaginario mítico. Por eso hay que aprender a mirar y entender, siempre, para todo, como los ciegos.

Pero todo lo anterior no lo llevará a la hoguera, no. Lo que es herejía y sacrilegio es que dude por un segundo de que conozco la cúpula de Sant'Ivo alla Sapienza. ¡Eso, no, no se lo permito a nadie! Pero yo no importo en este caso. Lo que le condena a usted es que diga -se me retuercen los dedos de tener que copiarlo- que tal cúpula es "seguramente sin interés estructural alguno". ¡Caigan todas las maldiciones bíblicas sobre estas palabras! Si algún constructor fue capaz de aunar, como en el Pantheon, la belleza más sublime con el rigor constructivo, ése fue Borromini. Precisamente, su belleza se nutre de una concepción geométrica purísima, que resulta en una coherencia estructural intachable. Y una belleza por la que merecería la pena dejarse achicharrar vivo. Sólo Sinan, el arquitecto de Solimán, puede equiparársele en tales tareas a Borromini.

Por tanto, sólo por la duda ante la maravilla de Sant'Ivo alla Sapienza, merece usted la hoguera. ¡Identifíquese, con dirección postal y todo, que le mando ahora mismo a la policía para detenerlo y llevarlo a quemarse en la plaza pública! Eso sí, será en Campo de' Fiori, como Giordano Bruno. ¿No le parece un magnífico final para una vida? Yo, casi, casi, diría que firmo.

Un saludo retostado.

5:57 a. m.  

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