25 de junio de 2006

Plural / singular.

(Spencer Tunick fotografía a más de 1.000 personas desnudas en el palacio del Kursaal y en las playas de San Sebastián. Fotos: Iñaki Andres y EFE)

El último amuleto de la izquierda es esta palabra de sonido líquido. La utiliza como un talismán porque necesita conjurar sus demonios familiares de uniformidad y barbecho. Su uso adjetivo es de aplicación universal, sirve igual para una fiesta de fusión de músicas que para una antigua nación. Paradójico calificativo para quien tiene un acreditado curriculum de monotonía ideológica. Pero la izquierda resuelve esa contradicción con el uso militar del arma: plural se aplica a todo espacio ajeno que se quiera conquistar. De ahí la España plural o la Alianza de las Civilizaciones. Para los propios y padres adoptivos queda lo singular al paso de la oca, el orgullo de lo único, desde el partido hasta Cataluña. La conversión de plural en singular la hace el pequeño timonel con un simple cambio de escenario, el del puente aéreo. Lo plural que en Madrid es requisito democrático se transforma en singular en Barcelona como imperativo de esencia para ganar el futuro. La biodiversidad que se le pide a España como trampa para enviar a la extinción a las especies enemigas, es unicidad colectiva exigida en Cataluña como tarea fundacional. En la estación intermedia, un País Vasco aún no conquistado, el presidente pide como transición “un acuerdo democrático que recoja la pluralidad de Euskadi” (El País, 24 de junio 2006)

Este lenguaje binario plural / singular, 0/1, no se limita a los territorios sino que cubre generosamente las materias: la pluralidad organizada en prietas las cuotas del proyecto de Ley de Igualdad entre Mujeres y Hombres es recuerdo colectivo único decretado por la ley de la Memoria Histórica. La diversidad armónica del consejo de administración de la empresa tendrá que evocar el mito único de la IIª República. La España plural se compone de unidades indivisibles de modo que el ciudadano se deslice hacia la seguridad que da la certeza de su autonomía singular. Así, esa pluralidad es falsa porque termina no en su beneficiario y componente natural, el ciudadano, sino en el territorio tapón de la libertad, la región. La diversidad de menú degustación que se atribuye a la Constitución como pretexto de riqueza es rancho de diseño y salivación grupal en el feudo de cultura unívoca.

La exigencia de pluralidad a entes abstractos como España no es más que la alquimia necesaria para conseguir la comunidad singular con la que se identifique el individuo con auténtica ilusión inducida. La razón reside en la abstracción pero el sentimiento de pertenencia es más poderoso y se sitúa en lo próximo como palpable. El gran éxito de la operación es la oferta de ese sentimiento hecha con el implacable y fácilmente inteligible lenguaje binario. Se es nacional de algo concreto con un simple click, no de una lejanía abstracta con un discurso para el que no hay tiempo, ganas ni entendederas. Lo inmediato y seguro del espacio único frente al miedo al vacío que produce la mezcla dispersa de lo español. Que es el miedo al vacío propio del ciudadano.

Por eso el viaje con nosotros de lo plural a lo singular no tiene retorno, más que una vía lateral en forma de futura eficacia administrativa de coordinación de competencias, cuya aridez no puede tener ninguna leyenda. Ni, por tanto, triunfo.


3 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió...

muy bueno, bart, ya te he leido en arcadi.
vete buscando isla donde robinsonear en plural...

2:02 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

porque esto se está poniendo de color friki.
lo de ayer en el cf del psoe es de terror...
me empieza a sonar como conspirativo de altura.
tanta memez no puede ser y además es imposible.

2:04 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

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12:57 p. m.  

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