7 de mayo de 2007

Los conservadores

© Sr. Verle 2007.

En muchos casos tenemos que balbucir parafraseando a Thomas Bernhard: "Estoy en la cima de la montaña y miro a la ciudad infame, azotada por la lluvia... ".

Ocurre con las ciudades, según Calvino, como con los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un miedo. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas y toda cosa esconda otra. Contra lo que creen muchos ingenieros, en la ciudad el camino más corto entre dos puntos es el que sea el más bello y el más seguro.

Por mucho que uno quiera a una ciudad, a veces por motivos oscuros, por una sombra, una calle, una fuente, esa pequeña ciudad dentro de la ciudad, llega un momento en que los cambios son tan repentinos y bruscos que no te dejan tiempo para acostumbrarte. Antes cambiaba como un organismo vivo, como una planta, con un crecimiento lento, casi imperceptible. Hoy hay que construir, de la noche a la mañana, una especie de tumores horribles, necesarios a veces, pero que le hacen perder la identidad. La ciudad actual surge de forma horrible de la no dinámica de la propia ciudad, a golpes de especulación, con todos los problemas que ello genera porque los intereses privados son inmisericordes. Los planeamientos urbanísticos, ahora, no son sino otras operaciones especulativas, eso sí, con más decencia intelectual.

También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para tener en pie sus muros. Cada ciudad se va pareciendo a todas las ciudades, los lugares intercambian forma, orden, distancias, un polvillo informe invade los continentes.

Por razones varias, nuestras ciudades han sobrevivido, mal, a los tres enemigos que citaba Victor Hugo: las catástrofes naturales, las revoluciones y los urbanistas. La ciudad se mantiene, conservando sus edificios pero también la memoria de sus texturas, de sus sensaciones, de sus sugerencias, de sus imágenes... y cualquier pérdida en este sentido tiene que ser tenida como muy grave. Solamente los enamorados de la ciudad deberían intervenir sobre ella.


En Occidente se tiene la creencia que los edificios deben ser eternos. Lo antiguo tiene, por tanto, su valor y su sustancia ideal en la piedra. Y un edificio se considera antiguo, sólo si se conserva materialmente durante el tiempo. Por el contrario, una sociedad oriental, como la japonesa, no tiene ese sentido de la permanencia. Nos lo recuerda Italo Calvino. La cultura japonesa está en el universo de la madera. Lo antiguo, entonces, es lo que perpetúa su diseño a través de la continua destrucción y renovación de los elementos perecederos. Lo que perdura, o debe perdurar entonces, es la forma del edificio, y la caducidad de sus partes realza la antigüedad del conjunto. Esta dualidad es una cuestión que pone de manifiesto la idea eurocentrista predominante que tiene que ver con la esencia de la conservación en relación con el tiempo.

Siguiendo una visión postheideggeriana, se entiende que en el ‘Monumento’ se subliman, en una relación dialéctica de tendencias opuestas, los significados de dos términos verbales latinos, a saber: Memini (condensar formalmente la experiencia y su memoria), y Monere (representar determinados significados y valores de un grupo social dado). El monumento recuerda y hace recordar. El monumento es una entidad identificada por su valor y que forma un soporte de la memoria, ya que la memoria necesita referencias, cosas que remitan a la memoria.

Y es que el mundo actual del progreso ilimitado necesita, de una manera especial, alguna compensación, porque el reverso de la cultura moderna de la innovación es el aumento de la velocidad con que las cosas pasan de moda, por eso el mundo moderno del progreso se convierte, a su vez, en la época de los desechos y sus compensaciones.

Hay en las sociedades actuales, según sustenta Odo Marquard, tres formas representativas de desechar en distintos planos: el incremento de los depósitos de desechos y de cosas pasadas de moda, la neutralización metódica del universo de la tradición y, sobre todo, el olvido del mundo de las tradiciones. Hay que hacer sitio a lo nuevo, justificar el empleo de la tecnología moderna y convertir lo tradicional en mercancía. Como escribe Marquard, “la manera más efectiva de olvidar, es olvidar mediante el recuerdo”.


Por eso, el mundo moderno del progreso y del desechar es a la vez, paradójicamente, el mundo de la conservación y del recuerdo. Como compensación pues, se desarrollan en nuestra época fuerzas protectoras de la continuidad y aparece una cultura científica, conservadora y museística de dicho recuerdo. Lo desechado es simultáneamente positivizado, y se vuelve así, interesante y venerado. En consecuencia, cuanto más moderno es el mundo moderno, es decir más postmoderno, más imprescindible resulta, como compensación, la cultura del recuerdo.

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34 Comentarios:

Blogger Johannes A. von Horrach escribió...

Felicidades, señor Verle. Aunque me cuesta un poco seguir el hilo, sus textos dejan huella.

Si entendemos que un monumento implica representación de sentido y de significaciones determinadas, el vertiginoso avance del progreso moderno multiplicaría las líneas de discurso y significación producidas, que pueden ser relegadas de la centralidad de la línea de progreso, pero no descartadas del todo. Por tanto, en todo elemento de la realidad posmoderna podríamos encontrar un nicho de sentido, por parcial que resulte ser. Es un poco la individualización de los sentidos, arquitectónicos también, pero sin perder de cara que eso se vive con pesar, por la dificultad que implica que nuestro sentido particular sólo sea nuestro, y no implique a una comunidad.

saludos

11:23 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Horrach: Una derivación de esos viejos textos hoy, es que, cada vez más, todo, incluido los desechos(y el arte moderno da buenas pruebas), puede 'patrimonizarse' y ser susceptible de protección y conservación, o reutilización, la rehabilitación tan en boga .
O bien el pasado como marchamo y su reivindicación política.
Y del patrimonio tangible pasamos al intangible, así todo es patrimonio. Y cuando todo es patrimonio, nada lo es. Un saludo.

10:02 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

A ver, las ciudades (que sólo deberían ser modificadas por aquellos que las aman - de acuerdo) cambian a una velocidad tal que ya no se las reconoce (también de acuerdo). Cuando algo cambia algo se pierde, al menos en esta sociedad europea - debido al concepto que tenemos de permanencia (asociado a algo físico) a diferencia de los orientales, que asocian la permanencia a la esencia de las cosas y no a los materiales con que éstas se concretan y materializan. - Pero debemos compensarnos de esta pérdida, pues necesitamos memoria, la memoria que nos arraigue, identifique etc y así para poder desechar sin olvidar, transformamos lo que queremos sustituir en recuerdos de museo (de esta manera los positivamos y al rechazarlos en realidad aumentamos su valor). No sé si echarme a reir o esconderme. Bartleby ¿me he enterado de algo?
Con Horrorsch ya no me atrevo.

1:23 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Échese a reir buen hombre, o buena mujer.

5:29 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Horrach y Sr. Verle:

Me parece que fue signo de la modernidad la dispersión del sentido desde el centro hacia la periferia y de la postmodernidad la disolución (y confusión) de las sedes de significado.

La ciudad, como en tantas otras cosas, es un buen ejemplo de ello, no sólo a través de los modernos templos (edificios emblemáticos), sino del urbanismo.

O, mejor dicho, sí hay una sede -no física- del sentido: la proliferación de significados y su administración por el poder y los intérpretes.

(Y prefiero ser breve a desaparecido).
Saludos, Bartleby.

10:13 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

1º) "Contra lo que creen muchos ingenieros, en la ciudad el camino más corto entre dos puntos es el que sea el más bello y el más seguro."
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No quiero imaginar una alusión maliciosa a modernas pasarelas venecianas.
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2º) "Ocurre con las ciudades, según Calvino, como con los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un miedo. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, (...).”
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La ciudad como hermenéutica y parábola del progreso, cuya rápida expansión nos hace añorar el sentido e inocencia originales. Pero, como la conservación de lo antiguo que señala también es víctima de la intermediación y cosificación modernas, lo antiguo se guarda y recrea interpretado y "tematizado". Imposible tocarlo, sentirlo directamente.

Sólo veo un hilo temporal entre la ciudad antigua y moderna: el sentimiento de amor, de propiedad íntima, hacia ella por parte del ciudadano.

10:37 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

"Imposible tocarlo, sentirlo directamente."
Acabo de estar en la Alhambra, no sabe cómo deseé poder viajar en el tiempo y mezclarme invisible entre las gentes y el pasado.

9:24 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Bart: El significado de las ciudades siempre ha sido tema cultural y hay buenos hermeneutas entre los poetas, pero eso será otro tema. Muchos hablan de la ciudad como 'palinsepto', o buscan el 'pentimento'para explicarla. A veces sugeriría mejor ver la ciudad como un 'palíndromo' temporal.
Otros temas: me debe correo y más importante, no nos deje huérfanos en esta santa casa.
(Tiene razón, se coge antes a un malicioso que a un cojo)

10:20 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Dolía.

(Como comprenderá no sé si está muy relacionado con el tema pero me apetecía decírselo).
Verle, palinsepto, pentimento, palíndromo... en fin... no sé cómo decirle. El google ha fracasado y el diccionario de la Real Academia también. ¿Le importaría? No es malicioso, es curiosidad auténtica.

10:58 a. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Krit:
La malicia a la que aludimos el Sr. Verle y yo es la pasarela ingenieril de Calatrava en Venecia. No otra, consté. Y es más malicia mía que suya.

Sr. Verle: de acuerdo con esa figura simétrica -'palíndromo' temporal- que sugiere para ver la ciudad. Aunque contiene un virus de eterno retorno que no sé si nos condena a la tarea de Sisifo. Y tanto en el plano sensitivo de la ciudad como en el urbanístico. Vuelvo a poner el paradigmático ejemplo de Montpellier (barrio Bofill desolado versus centro burgués rehabilitado y habitado)

Krit: Me uno a usted en la petición de las restantes explicaciones al Sr. Verle.

11:46 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

No sé por qué pensé que pudieran decirlo por mí, qué ocurrencia, se agradece su aclaración. Sigo buscando, no he encontrado esa pasarela pero sí una de Sacklet
http://quizanoslleveelviento.spaces.live.com/feed.rss
La foto me dice algo, la luz de las barandas.
Sí he encontrado a Sísifo. Y no les detengo más, no sé si podré escribir algo en cualquier otro blog durante la mañana.

12:12 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Krit: busque palimpsesto.
Había errado irremisiblemente.
(Los tiempos modernos que te hacen hablar a la vez en tres blogs, contestar dos teléfonos y abrir el e-mail al mismo tiempo porque tienes que salir pitando a una reunión que luego se aplaza).

12:31 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Ahora sí.
"Apenas hay caballo salido de su pincel cuya radiografía no revele varios arrepentimientos. En algunos casos, el distinto relieve de la pintura permite, a simple vista, apreciar tres patas donde sólo debería haber dos. ¿No es bueno saber que los grandes genios también dudan y se confunden?" (Creo que es de Carmen Garrido)
Verle, una vez entendido - me rendí demasiado pronto - es hermosa su manera de describir una ciudad.

1:56 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Krit:
Le diría, marxianamente, que si no le gustase, tengo otras.
(Con toda mi consideración, era una pequeña broma)

10:51 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

¿Otras piernas? ja ja es broma, también marxianamente pero de Groucho, tal vez se refería usted a lo mismo? No, intuyo que no.
Verle, creí al principio que el tema era de Bartleby, después vi el copyright. Si va a mostrarme más formas de viajar por una ciudad tendré primero que recuperarme de ésta, sí, me gusta, es muy hermoso pero lo encuentro agotador, hasta que alcanzo la comprensión. Aunque también se aprende, cuando pueda leerle seguido como si hablara con mi jefe me sentiré muy satisfech@. Un saludo ; )

3:12 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

(también con toda mi consideración)

3:13 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Krit: Veo ahora que me contestó. Pero no puedo seguir lo de hablar con jefe.

1:40 p. m.  
Blogger Alicia Rosell escribió...

Después de leer la conversación entre ustedes tres no salgo de mi asombro: les juro que es la vez que mejor me ha llegado lo que ha escrito el Sr. Verle, así es que no entiendo a qué vienen tantos dimes y diretes. Y no quiero decir que otros textos no los entendiera, que conste.

Sí, yo también pensé que estaba escrito por Bart, quizá por las referencias filosóficas, pero ya comprobé que la filosofía se halla en todas partes... incluso bajo los suelos de una ciudad.

Excelente texto, Sr. Verle. Gracias por ello.
Saludos cordiales a los dos, para ti también, Bart.
Purificación.

6:34 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Alicia: Siempre amable. Saludos.

8:49 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

"En Occidente se tiene la creencia que los edificios deben ser eternos. Lo antiguo tiene, por tanto, su valor y su sustancia ideal en la piedra. Y un edificio se considera antiguo, sólo si se conserva materialmente durante el tiempo. Por el contrario, una sociedad oriental, como la japonesa, no tiene ese sentido de la permanencia. Nos lo recuerda Italo Calvino. La cultura japonesa está en el universo de la madera."
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La importancia de la tradición vivida de modo muy distinto en dos culturas: en Occidente, el edificio como símbolo de civilización y emblema organizador de convivencia; visible, adorable, incluso habitable pero intocable (íntimamente). En Oriente, la materia natural como textura de esa misma convivencia y organización social; materia próxima y palpable.

Un ejemplo no de síntesis pero sí de relación entre ambas concepciones de la tradición arquitectónica: las texturas buscadas por Moneo y Cristina Iglesias en la ampliación del Prado. La utilización de maderas sin barnices (sólo con aceites naturales), bronces y latones en los que el material es protagonista por Moneo y lo propio por parte de Cristina Iglesias con sus puertas de bronce (oxidación natural hasta adquirir el color vegetal que persigue). Todo ello en un espacio que replica al edificio de Villanueva y reivindica el claustro de los Jerónimos.

Subversión de la adoración al edificio, una de las muchas lecciones de la muy interesante y lograda ampliación del Prado.

10:42 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Bart: Pero los materiales de Moneo e Iglesias son artificiales, nobles pero perdurables. No participan del espíritu japonés de la eterna renovación de lo material y mantenimiento de la esencia, lo espacial, lo simbólico, etc. De padres a hijos, de generación en generación los conservadores de los templos japoneses van sustituyendo sistémicamente cada pieza de madera, grande o pequeña, resistente o decorativa, en su orden desconstructivo y constructivo al mismo tiempo. Y el templo es a la vez distinto y el mismo. (Heráclito y Parménides creo que estarían en la hermenéutica que estamos planteando). Un saludo.

12:03 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Sr. Verle:
La función de los materiales de Moneo e Iglesias puede ser artificial -servir a un propósito de cultura-, pero los susodichos son naturales y se reclaman naturales. Al menos, así lo sostienen ellos, sobre todo la Iglesias. Otra cosa es que sea discurso que se convierte en ex-curso, hablando de Heráclito.

(Aunque la ampliación del Prado esté más cerca del paso del Rubicón que del dicho Heráclito)

12:23 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

El bronce no es natural querido amigo. Se dice natural al que se obtiene de la naturaleza sin transformación y artificial al que se fabrica, aún a partir de materias primas naturales.

1:26 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Hooooooombreeee, Sr. Verle, obvia observación, pero es precisamente los porcentajes y purezas de las aleaciones que utiliza lo que esgrime Moneo en las columnas de las salas de exposiciones temporales. En ese sentido lo decía, aunque quedaría más propio hablar de "personalidad" del material.
(Bonita justa metalúrgica)

3:21 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Bart: A pesar de nuestros esfuerzos no hay en estos casos más verdad que la de un escéptico exilado centroeuropeo suicida (creo que de ascendencia judía). “Los monumentos están destinados a que primero acudan a visitarlos los escolares y a que luego acudan los perros a mearlos” (Sándor Márai).

1:20 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Es curioso, Sr. Verle, que los hados de la informática se nieguen a que le dé cumplida respuesta. A ver si ahora: el siempre vigente y fresco Márai contaba de Leipzig, en su época de esplendor, que era una ciudad grandiosa y monumental, con un millón de habitantes, pero que destilaba un irremediable aire provinciano. No consideraba, por tanto, significativo su carácter monumental. En los días siguientes al fin de la IIª Guerra visitaba con frecuencia el Bastión de los Pescadores, al que valoraba más como símbolo del Budapest burgués y humanista (valga la redundancia) que arquitectónicamente, como monumento (que como tal tampoco había mucho que valorar, la verdad).

En fin, que para Marài el monumento no es épico ni grandilocuente sino un hito más de la vida urbana en una sociedad humanista, de lo cotidiano en comunidad ilustrada. De ahí su destino para escolares y alivio de perros. Porque perdura la forma y el significado para la memoria que le da su situación urbana y la experiencia que de él tienen sus habitantes.

O, mejor dicho por usted: “Siguiendo una visión postheideggeriana, se entiende que en el ‘Monumento’ se subliman, en una relación dialéctica de tendencias opuestas, los significados de dos términos verbales latinos, a saber: Memini (condensar formalmente la experiencia y su memoria), y Monere (representar determinados significados y valores de un grupo social dado). El monumento recuerda y hace recordar. El monumento es una entidad identificada por su valor y que forma un soporte de la memoria, ya que la memoria necesita referencias, cosas que remitan a la memoria.”

10:04 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Bart: Amén.
(Buena pista: Marài y la historia natural de la destrucción. Frente a Sebald)
((Entre Leipzig y Dresde, todos los pueblos se llenaron de parabólicas tras la caída del muro, hasta la Bauhaus)).

12:21 p. m.  
Blogger ¿? escribió...

Bueno en Occidente se piensa esto más bien desde el siglo XIX, aunque era un concepto que impusieron ya los romanos, que consideraban que algo era eralmente bueno si perduraba en el tiempo tal y como fue construido, pero vuelvo a repetir todos estos conceptos en occidente se generan a través de tipos como Viollet-le-Duc, John Ruskin,Gustavo Giovannoni, Camilo Boito o Aloïs Riegl. Reveladoras son las palabras de Ruskin: 'Velad con vigilancia sobre un viejo edificio; guardadle como mejor podáis y por todos los medios de todo motivo de descalabro. No os preocupéis de la fealdad del recurso de que os valgáis; más vale una muleta que la pérdida de un miembro. Y haced todo esto con ternura, con respeto y una vigilancia incesante y todavía más de una generación nacerá y desaparecerá a la sombra de sus muros. Su última hora sonará finalmente; pero que suene abierta y francamente y que ninguna intervención deshonrosa y falsa venga a privarla de los honores fúnebres del recuerdo'...

En fin un saludo, y gran artículo, reitero muy bueno.

10:39 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Vigi: En su lista de tipos hay mucha tela que cortar, castillos medievales semiderruidos sujetos por la hiedra o prótesis metálicas ocultas en grandes catedrales. Algunos no contaban con que el tiempo lo borra todo. Ah! y faltarían los modernos...
Pero ya va siendo hora de que Bartleby nos cambie la portada...

1:56 p. m.  
Blogger Sámuel escribió...

Antes de que la cambie: gran entrada.

4:07 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Jacobiano: Ya conoce que don Bart nos conserva criónicamente (o mejor nos cuida bien a los superconductores viejos).

7:39 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

muy buena la foto conservadora del emperador.
ese se divorció rapido de su antiguo régimen [de gananciales...]

10:39 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Quicio, no le sigo bien por ahí. Estos días pasados... por agua.

9:03 p. m.  
Blogger Leon escribió...

La ciudad, como un sueño, como una pesadilla, es verdad, eh estudiado el urbanismo y me consta, como progreso historico y cultural van de la mano, como elemento de uso particular entiendase como parte de la persona, cada uno deriva rutas y maneras de acuerdo a una sucesion de eventos que derivan en agradable o desagradable, dichos eventos pueden ser incluso heredados, de manera que no sabemos porque seguimos ciertas rutas... ja ja ja que perspectiva tan interesante me quedo con mucho que decir lastima que hoy no este inspirado....

11:06 p. m.  

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