El proceso
(Mona Hatoum: 'SO MUCH I WANT TO SAY')
Lo importante de todo proceso que sustituye a la autoridad es el propio proceso, su dinamismo frente a la lenta pesadez de los instrumentos clásicos del Estado. Y la esperanza que desata frente al inmovilismo asociado a la política. El poder se disfraza de ilusión contra la insulsa realidad, cuya gestión se reserva al político antiguo, en nuestro caso, el PP.
Por eso la noticia será siempre los avatares del proceso, “los tropiezos” inventariados por John Carlin a través de “cinco expertos internacionales” (El País, 10 dic. 2006), doble condición que hace inapelable su dictamen. El recurso al experto es muestra de que el proceso se queda sin discurso propio, a la vez que imprime carácter de expertos internacionales a sus notarios. Hasta el punto de que el proceso se hace técnico en su nombre –“el proceso para el fin del terrorismo”--, abandonando la utópica paz.
Los tropiezos del proceso dan fe de otras virtudes, además del dinamismo, que legitiman la iniciativa del gobierno ante el pueblo: la valentía al asumir el riesgo de que fracase y su espíritu dialogante por encima de obstáculos que se juzgan pasajeros, como la violencia callejera, la extorsión o el rearme de ETA. No es la paz el destino del proceso, sino la gestión del miedo del ciudadano desvalido. Si tuviera éxito, si se consiguiera la paz y el fin del terrorismo, otras amenazas lo sustituirían para abrir otros procesos salvadores.
(Mona Hatoum)
Hay procesos suplentes entrenándose ya a pleno rendimiento para tomar el relevo: el de expropiación de la salud, con los accidentes de tráfico, la carne maldita, el pulmón del fumador y el gusano anisakis de lo crudo anidando en el miedo del administrado. El proceso de las catástrofes naturales, con la gestión de la incertidumbre como agente del orden y las Unidades Militares de Emergencia como simpáticas ONG’s de intervención rápida. Unido a éste, el proceso del cambio climático y su carácter prioritario frente al terrorismo internacional, dictado por el presidente del gobierno. La natural inclemencia del tiempo y su inevitable imprevisión lo hacen especialmente rentable por duradero. Dará mucho de sí para disciplinar las filas de la extendida conciencia ecologista. El proceso del recuerdo personal y del mito colectivo, cuya ley de memoria histórica empezará a debatirse en febrero con el añadido de la revisión simbólica (es la que importa, no la real) de los juicios del franquismo, fuente imprescindible de odio para ocultar vacíos políticos. El proceso de la diferencia personal y comunitaria frente al vecino, con las leyes de identidad sexual y estatutos autonómicos como ilusas banderas para proclamarse distintos, a falta de la verdadera autonomía, la del pensamiento. Y el proceso de castración del varón, anulada su utilidad como proveedor de alimentos y seguridad (funciones también expropiadas), competidor para mejorar (la excelencia repugna como pretensión de independencia, mientras que la solidaridad reduce las diferencias y acomoda las conciencias) y suministrador de valores fuertes (el poder necesita sociedades débiles)
Y agrupándolos a todos, en la lucha penúltima por el dominio, el proceso del proceso que sustituye a ese armatoste inservible que es el Estado.
Etiquetas: Política
5 Comentarios:
¿Contra quien se celebran tantos procesos? ¿O todos los triturados por el proceso son la masa que da consistencia al proceso?
Ya en tiempos de Franco el Ejército salvaba gente de las catástrofes, de riadas e incendios. El invento no es nuevo, aunque adopta nuevas y sibilinas formas.
SUGERENECIAS DEL CHEF
Curioso su Señoría cuando dice que hay enjuiciar al dictador cadáver del corral ajeno, mientras impulsa la valentía de ZP para procesar la paz con el terror doméstico.
Tal inmenso poder de conciliar lo incompatible explicaría, incluso, los grandes misterios de la humanidad.
Y es que los campeones nacionales o, mejor, internacionales, me engrandecen como ignorante.
¡Ese sí que es un proceso!
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Bart: ¿Habrá crónica de sus paseos serranos?
Cuando se crean procesos al margen de la autoridad se desvirtúa el estado y se establece el nacimiento de un poder maleable dedicado a la intervención continua. ¡Peligro!
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